Real Time Web Analytics Bruselas10: noviembre 2011

martes, 29 de noviembre de 2011

Violencia (de género)

 He seguido con curiosidad la avalancha de informaciones que se ha adueñado de la páginas impresas y de los minutados de televisión, estos día atrás, sobre eso que algunos denominan la "violencia de género" y que a mí me parece violencia a secas. Sí, ya sé que en ciertos ámbitos molesta la útilización del sustantivo genérico, sin calificativo,  pero yo soy de los que desconfían de esas doctrinas oficiales que aparecen arrasando desde los cuatro puntos cardinales, como si fueran las nuevas plagas de nuestra moderna modernidad. Y esta lo es.

Si interpretáramos la catarata de noticias de estos días pasados a la luz del viejo -y sabio- principio de Proporcionalidad, tendríamos que concluir que España es un país de machistas violentos. La enorme profusión de estas temáticas en los medios informativos hablaría, a la luz de las provisiones del principio en cuestión, de una sociedad malsana, violenta y despreciativa con las mujeres.

Bueno, pues resulta que no es así. El otro día, coincidiendo con la jornada mundial que el departamento de Naciones Unidas que dirije la actual jefa de Bibiana Aido, Michelle Bachelet, dedicaba a esto de la violencia (de género, igual si la cosa iba de violencia a secas habría que tratarlo como un asunto judicial, y las dos se quedaban sin trabajo), me puse a buscar estadísticas y descubrí cosas asombrosas. Por ejemplo, que en 2010, en Francia, murieron un total de 173 personas (146 mujeres y 28 hombres) por disputas de raíz doméstica cuando en España, las cifras correspondientes ascendieron ese año a 80 personas, 73 de ellas mujeres, según datos del último informe del Observatorio de Violencia de Género. Y si tomamos en cuenta el censo femenino de ambos países ese 2010, (33,4 y 23,3 millones, respectivamente), encontramos que en nuestro vecino murió ese año una de cada 228.000 mujeres, mientras que en España fue una de cada 319.000. A la luz de la estadística, los franceses son mucho más violentos con las mujeres.

Pero es que, además, se sabía (no yo, lo he descubierto buscando estos datos) que España no es un país particularmente machista. Un informe del Instituto Universitario para el estudio de la Violencia del Centro Reina Sofía, que incluye datos hasta 2006, sitúa a nuestro país por detrás de Austria, Finlandia, Estados Unidos, Francia, el Reino Unido, Noruega o Italia en este tema. Y si en el cómputo se incluye a países de América Latina, el presunto machismo de los españoles se diluye en los últimos puestos de la lista. Del informe en cuestión viene al gráfico que les adjunto.

La violencia de un hombre contra una mujer es vergonzosa e indignante; no admite paliativos. Se ejerce en un ámbito en el que la mujer se confía. Es una violencia que debe ser combatida a todos los niveles: educativos, preventivos, coercitivos y punitivos. Pero de eso a presentar un día sí y otro también a la sociedad española como una banda de crápulas y sátiros hay un abismo.

Y eso, exactamente, es lo que se está haciendo.

domingo, 27 de noviembre de 2011

Los socios de la UE quieren seguir mangoneando la cohesión



Parece que la crisis de la deuda tenga a toda la actividad comunitaria prendida con alfileres y es posible que la apariencia responda incluso a una realidad objetiva, pero los ríos subterráneos siguen fluyendo y si todo esto no se va al carajo, que no lo creo, terminarán por salir a la superficie.

Es el caso, por ejemplo, de las discusiones en curso sobre las próximas Perspectivas Financieras 2014-2020. Hace ya algún tiempo les contaba (vean el "post" "Bronca en ciernes por el dinero europeo" del 31 de julio, dedicado a este tema) que los Estados miembros que se benefician de estas ayudas estaban tomando posiciones en el debate y que España pretende crear una categoría de  "zonas intermedias", ni en retraso ni en pleno desarrollo, a la que se adherirían aquellas con rentas de entre el 75 y el 90 por ciento de la media comunitaria.

Todo ello, naturalmente, al objeto de no ver muy mermados los ingresos del país por cohesión intracomunitaria durante el nuevo periodo de programación plurianual de gasto.

Otros tienen ideas diferentes. La Comisión, por ejemplo, pretende forzar una concentración del gasto comunitario en tres objetivos específicos, con el propósito, dice, de obtener resultados más aparentes en el desenclavamiento de las "regiones en desarrollo", según la denominación oficial.

La idea -que no es nueva- ha despertado considerables recelos durante una reciente reunión informal de ministros de Desarrollo regional, que ha tenido lugar esta semana en Pozdam, bajo presidencia polaca de la UE. La Comisión quiere que los ejes principales de las inversiones por Cohesión sean la I+D+I (investigación, desarrollo e innovación), el refuerzo de la competitividad de las pymes; y el apoyo a la transición hacia una economía con bajas emisiones de carbono. Los Estados potencialmente beneficiarios de las ayudas, en cambio, discuten el planteamiento y manifiestan que si la agenda de "Europa 2020" consagra 11 objetivos estratégicos, constreñir la cohesión a sólo 3 de estos parece una sinrazón.

Las conclusiones de esta reunión, que les adjunto, reflejan el objetivo de la concentración del gasto pero también, de un modo velado, el malestar que la idea genera entre los beneficiarios, para los que la libertad de acción parece primordial.

Esta actitud no debe extrañar: el interés por concentrar el gasto comunitario, a fin de magnificar sus resultados en una banda estrecha de actuaciones, han estado en el ánimo comunitario desde la formulación del primer "Paquete Delors", en 1988. Contrariamente a los deseos de la Comisión, los Estados miembros dejaron en una relativa indefinición la elegibilidad de objetivos financiables por los fondos estructurales, a fin de atender a las demandas de flexibilidad en las asignaciones de gasto formuladas por los Estados miembros.  Luego, en las discusiones de Edimbrugo que alumbrarían el segundo "paquete Delors", España siguió defendiendo la elegibilidad del conjunto del territorio nacional para el gasto de las ayudas estucturales. De hecho, en 1989 entraron bajo la condición de regiones asistidas (por el entones "Objetivo 2" para las zonas en declive industrial) territorios como Madrid, Barcelona, Gerona o Tarragona, de las que no eran acreedoras pero a las que pudieron asimilarse gracias a que el objetivo porcentual de paro en ellas registrado no fue cifrado en los reglamentos correspondientes.

Se trata, por lo tanto, de una vieja pugna en la que España va a tener un papel de importancia relativa esta vez, porque el grueso de las ayudas va a ir a parar a los adheridos en la última tanda.

El 6 de diciembre, los ministros continuarán discutiendo este asunto en Bruselas, ya en Consejo formal.

Les dejo dos gráficos que tienen un cierto valor: el primero refleja las ayudas recibidas por España por cohesión intracomunitaria desde 1989 (año de entrada en vigor del "Delors-1") hasta 2009, de acuerdo con cifras proporcionadas por la Comisión europea. El segundo ha sido elaborado a partir de datos propios, y refleja el reparto regional de esas ayudas.

Las conclusiones del Consejo informal de Desarrollo de Pozdam están aquí:

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Alemania tropieza

Alemania ha tenido dificultades hoy para colocar una emisión de deuda pública. La Agencia alemana de la Deuda ha tenido que guardarse casi la mitad de un paquete de 6.000 millones a 10 años, porque no encontraba compradores. Es un factor a tener en cuenta, y muy significativo.

En España se está reclamando de Alemania acciones más determinantes para acabar con la crisis de la deuda, pero los gobernantes germanos tienen que sopesar tanto el apoyo o el rechazo de su opinión pública (¿acaso hay un gobierno en la UE que esté dispuesto a ceder el poder por ayudar a Grecia a salir del embrollo en el que se ha metido?) y de los mercados monetarios. Ni el uno, ni los otros, están garantizados. Ni siquiera para Alemania.

Hoy, la Comisión europea ha presentado sus ideas sobre los anhelados Eurobonos, que no serían otra cosa que emisiones conjuntas de deuda que se beneficiarían del prestigio y de la solidez de las principales economías de la Eurozona, para captar dinero a mejor precio en beneficio de los que, como España o Italia, atraviesan más dificultades para financiarse en los mercados internacionales. Merkel no quiere abrir esa vía ahora. Yo soy de los que piensan que lo hará cuando Italia y España asuman compromisos objetivos de recorte del gasto público que reduzcan las incertidumbres de los mercados. Todo ello para no fragilizar al conjunto de la Eurozona.

Lo que ha pasado hoy es un aldabonazo de primer rango.




martes, 22 de noviembre de 2011

Clientelismo político

Italia, Grecia, una parte de Bélgica, otra de España (¿cuánta?), tienen a la democracia corrompida por el clientelismo, el que han practicado, en casos durante décadas, unos políticos mediocres y acomodaticios, aupados al poder de sus Estados respectivos por otros ideales que el servicio público o las convicciones morales y políticas.

El otro día leía yo con curiosidad un artículo publicado en Le Monde por el escritor y ensayista griego, Takis Teodoropoulos. En él se apuntaba claramente al clientelismo político como responsable de la ingobernabilidad actual de Grecia y de la virulencia de las manifestaciones contra la austeridad exigida por las instancias internacionales para inyectar dinero en la economía helena y sacar al país de la quiebra. "El sindicalismo del sector público, dice Teodoropoulos, que ha vivido durante treinta años bajo la tutela de la clase política, se siente huérfano cuando esa misma clase política le abandona a las arenas movedizas de las privatizaciones necesarias para pagar las deudas del país. Y es lo mismo para el propietario de un taxi o el de la farmacia de la esquina, que han vivido tres décadas bajo la protección de un sistema que les permitía controlar la distribución de licencias".

A la luz de esta realidad, tan crudamente descrita or Teodoropoulos, las acusaciones de fraude lanzadas por los manifestantes en la plaza Syntagma ("los políticos se han forrado"), adquieren una profundidad pavorosa. Es la acusación de quien se siente traicionado por aquellos a los que ha ayudado a prosperar y que, en la crisis, ve huir con las maletas hinchadas de billetes, dejando detrás a los compañeros necesarios para la parte precedente del trayecto. Es una versión trágica de nuestro "¿qué hay de lo mío?".

Hay quienes aseguran que la corrupción es consustancial a la democracia. Yo creo, sin dar por bueno el aserto, que en cualquier caso hay gradaciones. Y estoy convencido de que renunciar a la honestidad en política es suicida.  Existe un consenso generalizado sobre la necesidad de corregir los abusos del capitalismo, algunos de cuyos mecanismos se han convertido en referentes internos para un modelo que funciona al margen del sistema. "¡Y menos mal que es así!", te espetan sin arrobo alguno los arcángeles de Wall Street y de la City, significándote la escasa credibilidad de los que nos gobiernan y la nula eficacia del tinglado que han creado. Por corrupto, entre otras cosas. Porque basa su legitimidad, dicen, en unas urnas compradas.

Ante imputaciones de estas características, quienes creemos en la democracia no podemos rasgarnos las vestiduras y clamar que las libertades están en peligro que es, más o menos, lo que ha hecho la clase política cuando los mercados monetarios la han arrastrado por el barro, desacreditando sus planteamientos y esfuerzos. 

La "Tangentopolis" italiana, las periódicas acusaciones de corrupción en el sur de Bélgica, los oscuros tejemanejes del poder en Francia con los Bettencourt, las afirmaciones de los republicanos catalanes, citando a Pedro Solbes, de que en Andalucía las exigencias tributarias están muy relajadas, ofrecen una fachada bien poco ejemplar para contraponer a los dictados excéntricos de las agencias de califición o los comportamientos desorbitados de los especuladores financieros, que despluman a sociedades enteras ante la impotencia de quienes les gobiernan.

En la campaña electoral que ha concluido en España se ha oído hasta la saciedad la cantinela de que quienes más tienen están obligados a ayudar a los desposeídos de fortuna. No ha habido, en cambio, ni una sola referencia a la responsabilidad de quienes reciben esa ayuda por dejar de aceptar peces y ponerse a aprender a pescar. Con la disculpa de la redistribución, las sociedades se deslizan con una relativa facilidad hacia el clientelismo político y luego pasa lo que denuncia Teodoropoulos: que bajo las capuchas de los que prendían fuego al mobiliario urbano en Atenas, causando estragos que el Ayuntamiento no tiene dinero para reparar, no había metalúrgicos o mineros salidos de los archivos de la historia,  sino hijos de pequeñoburgueses acostumbrados a un régimen de vida y a unos privilegios facilitados por unos políticos que han endeudado a su país hasta las cejas para seguir facilitandolos.

domingo, 20 de noviembre de 2011

Si el euro se hunde, Europa se hundirá con él


Firma del Tratado de Maastricht, en 1992



Se está dando en España y en otros países miembros de la Unión Europea un debate a mi modo de ver gratuito sobre el impacto que tendría en la construcción comunitaria la caída del euro. Yo soy de los que creen que semejante acontecimiento, de producirse, vaciaría de contenido a la Unión y abriría el camino a enormes tensiones que no solo empobrecerían al continente, sino que resucitarían las peores compulsiones de un pasado que creemos, erróneamente, superado.

Existe un lugar común en esa discusión según el cual el euro, la Unión Monetaria, sería el resultado del Tratado de Maastricht de 1992, que fue aprobado en una cumbre celebrada en esa localidad holandesa en diciembre de 1991. «Prescindimos de él y volvemos a la situación precedente, que no era tan mala», afirman quienes proponen hacer tabla rasa de estas dos últimas décadas.

Es una percepción equivocada. En realidad, la Unión Monetaria ha estado en el núcleo del pensamiento europeo desde sus planteamientos originarios, que no son demasiado ajenos al Zollverein, la unión aduanera germana del siglo XIX. El proceso de integración comunitaria seguiría los pasos de la moderna Alemania, que removió las tarifas internas entre los Estados federados en 1834, dando lugar a un mercado interior que precedería a la unión política de la federación en 1871, cuando se creó el Reichsbank. El marco llegó en 1876.

La construcción europea comenzó a mediados de la pasada década como una unión aduanera, que reclamaba, desde sus muy tempranos momentos, un mecanismo de cambios estables. Ese fue el origen del Sistema Monetario Europeo, creado por una cumbre de jefes de Gobierno de la CE el 5 de diciembre de 1978, a instancias del entonces presidente de Francia, Valery Giscard d"Estaign y el canciller alemán Helmut Schmidt

Subterfugios como el "ecu" -la "cesta monetaria" contra la que se definían las fluctuaciones máximas de las monedas que componían el SME- y el mucho más esotérico "ecu verde", el que se utilizaba para liquidar las ayudas del Fondo de Garantía Agrícola, con sus correspondientes «montantes compensatorios monetarios» negativos o positivos, complicaban la vida de una realidad económica y mercantil común hasta extremos a veces ridículos. El Informe Werner de 1970, en el que se enunciaba abiertamente la necesidad de que Europa construyera, a más tardar para 1980, su unión monetaria, no hizo otra cosa que dar carta de naturaleza a aquellos deseos.

El euro, la moneda única, es la culminación de los enormes esfuerzos acometidos este último medio siglo para dar coherencia económica a la construcción europea. Cuando Kohl y Mitterrand firmaron, en enero de 1988 en París, los protocolos que institucionalizaban el eje francoalemán, en el XXV aniversario del Tratado del Elíseo, lo que Francia esperaba de los nuevos instrumentos creados (el Consejo Económico y Financiero entre ellos, el otro era el Consejo de Defensa y Seguridad) era que se sentaran inmediatamente las bases para la creación del Banco Central Europeo. Alemania, al principio, no quería. Ese año, el ministro germano de finanzas, Gerhard Stoltember, en perfecta sintonía con el presidente del Bundesbank, Karl-Otto Pöhl, ponía el acento en la liberalización de los movimientos de capitales y la cooperación entre bancos centrales en materias fiscales, económicas o regionales, además de monetarias, antes que en una unión monetaria con su correspondiente banco central. Stoltemberg reclamaba, concretamente, una unión política europea, que condujera a la unión monetaria. El Zollverein.

Luego, como siempre pasan las cosas en la UE, las voluntades de unos y otros fueron cuadrando, de manera que en 1999, el euro pudo ver la luz como instrumento fiduciario.

Si el euro cae víctima de las actuales tensiones monetarias, no sucumbirá solo una expresión más de la Europa común; desaparecerá el núcleo central de sus anhelos. El resentimiento contra aquellos a los que se considere culpables de la defunción (lo sean realmente o no, estas cosas siempre son discutibles) y la inestabilidad derivada de la pérdida de los equilibrios continentales de este último medio siglo harán el resto del trabajo. Europa, como proyecto común, dejará de ser una realidad y pasará a los libros de historia.

viernes, 18 de noviembre de 2011

Ver lo invisible

La visualización de datos se está convirtiendo en una disciplina básica en nuestra sociedad de la información. Existen técnicas muy interesantes que ofrecen resultados espectaculares. Yo les traigo aquí hoy una visualización del tráfico de correos electrónicos de Yahoo, que me ha asombrado. Es posible separar las palabras más utilizadas en esos correos electrónicos y rastrear su importancia a lo largo del tiempo. La aplicación la ha desarrollado una sociedad norteamericana, de nombre Periscopic, que ha acometido otros proyectos, como rastrear las palabras utilizadas por los candidatos republicanos de los EE.UU en sus intervenciones.
Les sugiero que echen una ojeada a estos recursos y se pregunten por las técnicas de monitorización y rastreo a las que nos vemos sometidos en nuestros días.


Periscopic está en



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jueves, 17 de noviembre de 2011

Monetarismo de Izquierdas


El debate actual sobre la Europa a dos o más velocidades es conceptualmente abusivo. No se trata ya de que fuentes informativas de muy alto nivel nieguen taxativamente que Francia y Alemania estén preparando un “núcleo duro” de miembros del euro, (que me lo niegan y yo las creo), sino que constituye una contradicción básica pretender a estas alturas una concepción “técnica” de la Unión Monetaria” (los que cumplen los criterios, dentro, los que no, fuera, e inmediatamente), cuando esta es una construcción política, y va a continuar siéndolo.

Si la Unión Monetaria (UEM) se constituía con las monedas de la cuenca del Rin y sus aledaños inmediatos, o no, fue un debate de los años 90. Su momento de máxima relevancia tuvo lugar en torno a 1997, cuando los halcones alemanes del Bundesbank y otros teóricos de la jaez exigían a voz en cuello una concepción ortodoxa de la UEM, para evitar derivas inflacionarias de la futura moneda única que comprometieran la clave estatutaria del Bundesbank: la estabilidad monetaria. En Davos, en 1997, varios banqueros, en su mayoría alemanes, cargaron contra la admisión de los socios mediterráneos en la “primera línea” del euro y se supo que existía un informe que dejaba a España, Portugal e Italia en un “stand by” de la Unión Monetaria, cuando esta comenzara su andadura, en 1999. El propio Kohl tuvo que salir al quite y garantizar que el calendario del euro se cumpliría a rajatabla, rachazando apremios del Bundesbank y de Kenneth Clarke, el canciller del Exchequer británico, que pedían retrasar el lanzamiento de la moneda única.

Antes, a comienzos de década, la idea de que la Unión Monetaria se iba a construir a “dos velocidades” había sido moneda de cambio corriente. Delors no lo recomendaba pero reconocía la necesidad de que las economías “débiles” de la UE aceptaran periodos transitorios antes de asumir plenamente la moneda única y la presidencia holandesa de la UE llegó  a articular el proyecto, durante su mandato de la segunda mitad de 1991. Al final, la idea fue abandonada porque en las múltiples deliberaciones previas a la cumbre de mayo de 1998, en la que se estableció la lista de miembros del euro y el cambio de sus monedas con respecto a la divisa común, quedó claro que el costo político (y posiblemente económico) que soportarían los países que se quedaban fuera sería excesivo. De modo que se alivió ligeramente el criterio de deuda (el 60% del PIB permaneció, pero se decidió dar por bueno que quienes lo superaran mostraran una tendencia de aproximación a él, como claramente había precisado Kohl a Romano Prodi previamente), y la Unión Monetaria comenzó “a 11”, con pie político.

Lo que ha pasado estos últimos meses y años, además de la golfada de los bancos norteamericanos de inversión y sus “subprimes”, es la constatación de que las salvaguardias establecidas en el Pacto de Estabilidad para garantizar la austeridad presupuestaria fueron insuficientes.

Están pasando también otras cosas, como el alto costo que la mayoría de los socios de la Eurozona están soportando para refinanciar sus deudas, pero es lo que cabía esperar después de la suspensión parcial de pagos griega. Los que prestan el dinero tienen razones para desconfiar de los débiles.

Volviendo a las salvaguardias: después de la trapacería de Grecia, está claro que la Unión Monetaria necesita garantías más rigurosas sobre la satisfacción de los criterios de austeridad subyacentes en su filosofía. Nadie debería escandalizarse: la Unión Monetaria es un proyecto monetarista, no colectivista y fue aprobado por todas las izquierdas moderadas del continente. Empezando por los italianos del Partido Democrático de Izquierda (PDS), herederos del PCI e integrados en la coalición de centro izquierda conocida como El Olivo, que tomaron el poder en 1996 con la aquiescencia de las derechas ilustradas del país, católicas como laicas. La otra facción del extinto PCI, los de la Refundación Comunista de Bertinotti, quedó al margen.

El dato (podríamos haber utilizado el de la España de Felipe González, pero es más conocido) sirve para constatar que Maastricht, y su monetarismo ideológico, no sólo fue un resultado de las derechas europeas, sino también de las izquierdas con opciones de gobierno.

El Olivo fracasó en la reforma del Estado italiano que perseguía, como le ha pasado a Berlusconi y el país paga ahora la desconfianza de los mercados.

La reforma del Tratado de Lisboa que se está preparando no busca consagrar una Europa a dos (o más) velocidades. Pretende poner negro sobre blanco lo ya aceptado: que habrá una supervisión presupuestaria de los presupuestos nacionales por parte de las instancias comunitarias antes de que las grandes cuentas sean presentadas a los Parlamentos respectivos; que habrá una amenaza real y efectiva de sanciones pecuniarias para los países que incumplan las limitaciones de gasto público; que se multiplicarán las ocasiones de supervisión macroeconómica entre los socios del euro, etc. Todo ha sido ya aprobado por sucesivas cumbres; ahora hay que ponerlo en aplicación, como está previsto en 2012.

Y es imaginable que los socios del euro pongan en marcha lo que decidieron en la trascendental cumbre del pasado octubre: “a la vez que reforzamos nuestros instrumentos para luchar contra la crisis en la zona del euro, decía la Declaración entonces adoptada, seguiremos avanzando en la integración de las políticas económicas y presupuestarias mediante el refuerzo de la coordinación, la supervisión y la disciplina. Desarrollaremos las políticas necesarias para apoyar el funcionamiento de la zona de la moneda única”.

También cabe prever que los candidatos al euro tendrán que cumplir a rajatabla las condiciones de Maastricht y que, por ello, habrá retrasos en la entrada de nuevos socios.

No son imaginables cambios mayores en el derecho básico de la UE porque estos demandarían revisiones importantes de los Tratados, algo que ha sido expresamente descartado por los principales actores europeos.

Queda abierta, naturalmente, la posibilidad de que grupos pequeños de países avancen más en el proceso de integración, merced al mecanismo de “cooperaciones reforzadas” que prevén los últimos Tratados y que el de Lisboa facilita considerablemente.

Hablaremos de ellas cuando se planteen.

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jueves, 10 de noviembre de 2011

¿Pero qué negocia esta gente?


No sé ustedes pero yo estoy bastante sorprendido por los meandros por lo que las clases políticas de los países en crisis se ponen a navegar, cuando la presión internacional arrecia. Porque, si Grecia no tiene dinero para pagar los sueldos de sus funcionarios ni las pensiones de sus clases pasivas, ¿qué han negociado tan intensamente estos días atrás el Pasok (el partido del primer ministro saliente, Yorgos Papandreu) y la Nueva Democracia de Antonis Samaras? ¿Y por qué se empeña Silvio Berlusconi en aferrarse al poder? ¿Pero es que no percibe este personaje que la credibilidad de Italia, muy comprometida en los foros internacionales, se ve aún más dañada por un empecinamiento, el suyo, que es percibido comúnmente ya como una gesticulación gratuita y estéril?

Da la impresión de que, en Grecia, la clase política está al "sálvese quien pueda", mientras que en Italia, Silvio anda más bien por el "esperad a que me salve yo y después os apañáis como mejor os venga". Esa es la conclusión que cabe extraer sin grandes dificultades en el primero de los casos; si los conservadores de Nueva Democracia (los que falsearon la estadística de Grecia para entrar en el euro) no apoyaban los ajustes propuestos por Papandreu, después de haberlos negociado este con la Unión Europea y el FMI, (¿qué margen había ahí?), es porque querían gestionarlos ellos mismos. ¿Con qué fines? ¿Los del bien común que no han respetado hasta ahora, o los suyos propios?.

Lo de los partidos políticos griegos semeja, al menos a mí me lo parece, a lo que  sucedió en Portugal con el socialista Sócrates y la oposición conservadora de Pedro Passos Coehlo. En uno y otro caso, esa oposición ha conseguido auparse al poder, en el caso griego por la puerta de atrás, mediante un denominado "gobierno de concentración" nacional. Pero ¿cabe creer que quenes han contribuido tan activamente a la postración extrema en la que Grecia (y Portugal) se encuentran, vayan a trabajar acertadamente ahora para sacarlas de ese estado?

En Italia, el presidente del Consejo de Ministros (que así se denomina oficialmente el cargo) parece vivir completamente aislado de la realidad. Vamos a decirlo así. El hombre más rico de tan rico país, que viene exhibiendo estos últimos años en un escaparate público de farolillos rojos y luz negra una senectud indecorosa y lasciva, parece pensar que Europa, Estados Unidos y el Fondo Monetario Internacional son tan maleables como su Parlamento, al que ha arrancado una y otra vez, con triquiñuelas clientelistas, leyes y decretos que le han permitido escapar de los tribunales. Si con sus dilaciones (la última hasta las elecciones de febrero) espera que los tiempos se calmen para comprar su sucesión, se equivoca. Merkel y Sarkozy no le dan ya más crédito y las agencias de calificación y los mercados financieros tampoco. 

Y unos y otros, que quieren que les diga, tienen razón. Italia, con Belusconi ahora, antes con otros, lleva demasiado tiempo sin acometer reformas muy importantes para contener el derroche de gasto público y ya no despierta confianza. Lástima que la credibilidad de un individuo esté llevando al hoyo a la cuarta economía de la Eurozona, miembro de pleno derecho del G7. La canciller y el presidente francés sonrieron cuando les preguntaron, en la última cumbre europea, si creían en la determinación de Berlusconi por poner en orden las cuentas públicas del país. El FMI y la Comisión europea se van a ocupar de eso: el Financial Times citaba ayer un documento de los inspectores internacionales desplazados a Italia en el que se reclama una lista de propiedades del gobierno que puedan ser puestas en venta, a fin de aumentar en 5.000 millones la reducción anual de la deuda pública emitida por Roma (cerca de 2 billones de euros), porque consta ya que Italia no va a cumplir con sus objetivos de déficit en 2012 y 2013.

Lo más lamentable de esta historia es que la economía italiana no amenaza quiebra. Está diversificada y es grande, los déficits anuales son pequeños y cuenta con un sector bancario sólido.

Más que una crisis de la deuda, me parece que lo que verdaderamente ha entrado en barrena, en Europa, es una cierta manera de hacer política.

Les dejo el vídeo de aquella patochada de Berlusconi, en la cumbre del 60 aniversario de la OTAN, en el puente que une Estrasburgo y Kehl, cuando despreció a los anfitriones haciéndoles esperar mientras hablaba por teléfono. ¿Con quién? 




miércoles, 9 de noviembre de 2011

El clima económico empeora

Un instituto alemán de estudios económicos, el IFO, con sede en Munich y que se encuentra imbricado en la Universidad de aquella ciudad, ha hecho públicas hoy unas estimaciones bastante negativas sobre el clima económico de la Eurozona, este cuarto trimestre de 2011.

El informe asegura que el Indicador de Clima Económico (uno índice compuesto) ha retrocedido severamente este cuarto trimestre del año con respecto al tercero. Se encuentra, actualmente, "significativamente por debajo de la media en el largo plazo".

El diagnóstico negativo concierne lo mismo a la situación actual que a las perspectivas para los seis próximos meses.

España, en el análisis, figura agrupada con Grecia y Portugal, a pesar de que los mercados parecen haber dado  una pausa a nuestro país. Italia figura en otro grupo, con Irlanda y Francia. En los tres, la situación económica es percibida como "floja.

Estos datos se publican pocos días antes de que la Comisión europea haga públicas sus Previsiones Económicas de Otoño, que se anuncian conflictivas.

Les dejo el informe en Scribd: http://es.scribd.com/doc/72175864

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La única razón que tengo para regalar en Internet algo de lo que hasta hace pocos meses ha sido mi trabajo es alcanzar una audiencia. Tengo que confesarles que estoy bastante asombrado, y satisfecho, por la buena acogida que mi Blog ha tenido, pero mis procedimientos para comunicarme con ustedes fuera de él tienen que cambiar.

Gracias por su acogida.

lunes, 7 de noviembre de 2011

Superradar de velocidad

Este asunto tiene poco que ver con los problemas europeos, pero lo he visto en un Blog de nuevas tecnologías y me ha asombrado tanto que he decidido compartirlo con ustedes. Se trata de un nuevo modelo de radar de tráfico que es capaz de monitorizar, simultáneamente, todos los coches que aparecen en su haz de rastreo. Un detector de matrículas lee las placas y  superpone los resultados en una ventana que se desplaza al unísono del vehículo sobre la filmación. En el extremo de la ventana se sobreimprime la velocidad específica a la que circula el automóvil; en rojo si rebasa la velocidad máxima, en amarillo si está próximo del límite y en verde si rueda de acuerdo con las normas.

Las informaciones disponibles apuntan que el artefacto en cuestión comenzará a ser desplegado a comienzos de 2012 en las carreteras estadounidenses pero yo sospecho que se va a hacer rápidamente un hueco en las nuestras.


Italia, el enfermo que nunca estuvo sano

Los anglosajones son aficionados a buscar al "enfermo" en las situaciones financieras complicadas y lo encuentran invariablemente en los demás; ellos no lo son nunca. Ahora señalan a Italia, en la Eurozona, como merecedora del calificativo pero yo creo que ese enfermo no ha estado nunca sano.

Berlusconi ha tenido que aceptar, en la última cumbre del G20, la llegada a los pasillos de la economía italiana de husmeadores del FMI y de la Comisión europea. Van allí a certificar que el gobierno de Roma cumple con sus compromisos de ajuste presupuestario y control del gasto público. El polémico presidente del Consejo italiano de ministros considera esta intrusión menos humillante que la perfusión financiera del FMI, que dice haber rechazado, pero Cristine Lagarde, la directora gerente de esa institución, niega habérsela ofrecido. Enredos florentinos. Lo verdaderamente sustancial es que la comunidad financiera internacional no cree ya en la virtud de la tercera economía de la Eurozona, cuyo PIB, groso modo, supera al español un 50% en volumen (1,59 billones la primera, 1,08 la segunda este 2011, según estimaciones efectuadas por Eurostat).

Virtuosa, lo que se dice virtuosa, la economía italiana no lo ha sido nunca. La desconfianza declarada estas semanas atrás hacia la capacidad romana para honrar sus compromisos financieros internacionales no es, ni mucho menos, nueva, pero había quedado adormecida por los vapores balsámicos del euro, desde su lanzamiento en 1999.

Italia llegó a la moneda única por los pelos. Por una decisión política. La misma que permitió que España, Bélgica o Portugal formaran parte del grupo de socios fundadores del euro. Grecia entró después, en 2001, como se sabe haciendo trampas con los números. Durante mucho tiempo hubo sospechas, no del todo despejadas, de que Italia había hecho otro tanto.

Los criterios para abrir el acceso al euro, establecidos por una cumbre europea en diciembre de 1991, (aquella famosa reunión de Maastricht), cifraban inequívocamente un límite para el criterio de deuda del 60% del PIB en los candidatos a la moneda única. Aún así, Alemania aceptó in extremis, para franquear el acceso a Roma (y a Bélgica, que cojeaba del mismo pie), que la guillotina del 60% fuera sustituida provisionalmente por «una tendencia hacia» el 60%. Así, la deuda italiana representó en 1999 el 113,7% del PIB, el 109,2% en 2000 y hasta el 103,9% en 2004. Después la tendencia cambió y se le anticipa para este año un espectacular 120,3% del Producto Interior Bruto. España andará en el 71% en 2012, según la Comisión europea.

En aquellos mediados de los 90, España estaba lanzada a satisfacer los criterios de Maastricht y Aznar llegaba a criticar a Prodi, entonces presidente del Consejo italiano de ministros, en entrevistas que concedía a la prensa internacional, como una muy sonada de octubre de 1996 al Financial Times.

A Alemania, entonces, Italia le preocupaba mucho más que España, por la sencilla razón de que la deuda romana era, ella sola, un cuarto de la acumulada por el conjunto de la Eurozona. La española y la belga apenas representaban un mero 6% cada una. En los pasillos de Bruselas se oía que «la deuda italiana puede tumbar el euro». Era, y es, verdad.

Estamos, pues, donde estábamos. Con la deuda italiana amenazando la supervivencia de la moneda única. La diferencia con respecto a finales de los 90 pasados es que los mercados financieros creían en la cohesión interna de la Eurozona y ahora no.

La otra diferencia la marca Alemania: quienes entonces aceptaron contemporizar con la deuda, ahora no están por la labor. Exigen disciplina. El sábado, Merkel decía que a Europa, controlar sus déficits públicos le va a costar una década. El horizonte de sacrificios está bien claro.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Con Papandreu llegó el Escándalo



Europa y las otras economías desarrolladas del planeta viven con con zozobra la evolución de los acontecimientos griegos. Yo les traigo aquí un reportaje que publiqué en junio de 1989, cuando el país vivía convulsionado por una cadena de escándalos que comprometían el prestigio de sus gobernantes. De entonces ahora las cosas no han cambiado mucho: Grecia es un Estado atípico que arrastra una subsistencia mediocre separado de las tendencias básicas de su entorno.
(Nota: El Papandreu del que se habla aquí no es el actual primer ministro de Grecia, sino su padre)

                                                                     



Portada del libro del 
que hablo más abajo.

Eros, según Orfeo y sus seguidores, fue en la mitología griega el creador del mundo. Salió de un huevo de plata que su madre, Noche, había depositado en un nido de profunda Oscuridad, después de haber sido fecundada por Viento. Dimitra Liani, -Mimi-, no tiene alas doradas como Eros, pero sí una melena leonada que domina, desde su metro ochenta de estatura, los quehaceres de su amante, Andreas. En su augusta senectud, el primer ministro griego intenta hoy perpetuarse en el poder, en unas Legislativas a las que el país llega airado por los vientos que su líder principal ha bebido a sus 70 años, y por un escándalo financiero
de dimensiones colosales, que ha llevado ya a prisión a una docena larga de colaboradores del carismático Papandreu. A la espera de los resultados electorales, Grecia vive sumida en la oscuridad, esperando que un nuevo Eros, si posible fuera menos libidinoso, rompa el huevo, y haga la luz en medio de toda la miseria acumulada tras varios meses de sobresaltos.

ATENAS. Cuando salió de su confinamiento, el dios griego del amor dejó tras de sí el Caos, y Papandreu va camino de hacer lo mismo, aun cuando su emblema reproduzca un sol naciente en color verde-esperanza, que para sus adversarios es, claro, poniente, en estos comicios en los que se elige al tiempo a los 300 representantes del Parlamento nacional, y a los 24 diputados de la Cámara Europea.

Grecia vota hoy convulsionada por tres escándalos que, consecutivamente, han venido sacudiendo los cimientos del país desde hace ya una decena de meses: las turbias operaciones de un banquero ambicioso, George Koskotas, actualmente en prisión en EE.UU., que declara haber malversado 230 millones de dólares del Banco de Creta, -el suyo-, para engordar los bolsillos de líderes del Pasok, (Movimiento Socialista Panhelénico, el partido fundado por Papandreu), y del mismísimo primer ministro; las acusaciones
de Stathis Yiotas, que fue ministro de Defensa hasta el pasado diciembre, quien asegura haberse visto obligado, por la cúpula de asesores de Papandreu, a vender armas a países contendientes o sometidos a embargo, como Irán, Irak y Suráfrica; y, en fin, por la tormentosa vida sentimental del mismo Papandreu, aferrado, en lo que parece ser un enamoramiento tan senil como espectacular, a una opulenta ex-azafata de Olimpic Airways, que en el pasado no tuvo demasiadas precauciones por ocultar sus muy aparentes
encantos, y que ahora los encuentra reproducidos a cuatro colores, un día sí y otro también, en las portadas de la prensa sensacionalista de este país.

Es tal el desconcierto en el que este conjunto de acontecimientos ha sumido a la ciudadanía local, que los dos principales partidos opositores al Pasok, la "Nueva Democracia" de Constantino Mitsotakis, heredero ideológico de Karamanlis, y la "Coalición Inquierda y Progreso", dirigida por el comunista Leónidas Kyrkos, han hecho pivotar sus respectivas campañas en torno a la katharsys, la limpieza, que el conjunto de la nación, -dicen-, requiere, para sacudirse de encima una vergonzante sensación de que el poder absoluto de Papandreu está absolutamente corrompido, y con él el conjunto de la nación.

Koskotas

El cabreo sordo que una parte sustancial de los 10 millones de griegos lleva a cuestas estos días, está directamente relacionado con las fechorías de George Koskotas, un banquero de 35 años actualmente encarcelado en Massachussets, que dice haber entregado 230 millones de dólares (27.000 millones de pesetas), a varios responsables del Pasok, para promover actividades políticas o, simplemente, para sus propios bolsillos. Semejante chorro de dinero salió del Banco de Creta, del que Koskotas era
propietario, mediante un procedimiento que consistía en remunerar con pocos intereses los cuantiosos fondos públicos desviados hacia la institución por mandatarios del Pasok. La diferencia entre dichos intereses, y los reales que el banco pagaba por ese dinero, (esos 230 millones de dólares), terminaba en manos de los dirigentes del país, Papandreu incluído.

Naturalmente, el primer ministro niega las imputaciones, y su camarilla acusa a Koskotas de haber destapado el escándalo con el único propósito de escapar a la demanda de extradición, cursada contra él desde Atenas a las autoridades norteamericanas.

Esté Papandreu directamente implicado o no en el fraude, lo cierto es que el sucio affaire ha llevado a prisión a una decena larga de estrechos colaboradores del líder del Pasok, entre los que se encuentran su ex-delfín, Agamenon
Koustogiorgias, su amigo personal George Louvaris, el ex-ministro de Orden Público George Petsos, (quien, además, escapó por los pelos a un atentado el 8 de mayo que reivindicó un grupo terrorista de extracción nunca del todo aclarada, el "17 de Noviembre"), y una larga lista de personajes públicos de rango variado.

Además, las acusaciones de cohecho se han generalizado entre sectores de la Administración y de las fuerzas armadas, por la percepción de sustanciosas comisiones con motivo de la compra de aviones de combate, o de buques de guerra.

Mikis Theodorakis, el célebre compositor comunista que encarnaba a la izquierda griega durante la resistencia contra la Dictadura de los Coroneles, (1967-1974), ha clamado contra Papandreu, a
cuyo Gobierno imputa unas asignaciones para Cultura en los Presupuestos Generales del Estado inferiores, aún, a los que en su día consignaba Karamanlis. "Los gastos de la Administración y del Ejército se llevan el 70% del Presupuesto. Olimpic Airways emplea a 16.000 personas, cuando 4.000 bastarían (...). Hay que
acabar con este Estado hidrocefálico".

Y, ni corto ni perezoso, el comunista Theodorakis se ha lanzado a prologar la biografía del democristiano Mitsotakis, aclarando, además, que "la Europa del gran mercado interior viene hacia nosotros. En Nueva Democracia los medios financieros son los dominantes, pero eso es sano. ¿Qué más normal que el afán de
beneficio de un capitalista?. Si la derecha llega al poder, sufriremos luchas sociales muy duras, y yo estaré del lado de los trabajadores. Puede parecer un 'mea culpa' pero yo querría que Grecia estuviera dotada de las mismas reglas de juego que Francia o Inglaterra. Para llegar ahí hay que comenzar luchando contra
los fantasmas del pasado".

El peso del pasado

Los fantasmas a los que alude Theodorakis son, básicamente, la guerra civil que sacudió Grecia entre 1946 y 1949, y la Dictadura de los Coroneles. De ambas dos, la ciudadanía extrajo un temor difuso, pero consistente, hacia la derecha recalcitrante y montaraz.

Es esa animadversión a la derecha, que Papandreu conoce bien, la que el Pasok ha instrumentalizado durante la campaña electoral. "Nuestro enemigo es la derecha", clamaba hace días en Salónica y anteayer en la plaza ateniense Syntagma Papandreu, y decenas de miles de personas le daban la razón a gritos.

Mitsotakis, 68 años, no quiere saber nada de ese pasado, que además ideológicamente no le es imputable. Sus mítines han ofrecido simultáneamente a la ciudadanía reconciliación, unidad y lucha implacable contra la corrupción.

Kyrkos, en fin, al frente de una frágil coalición de eurocomunistas y ortodoxos, enfrentados desde 1968 y ahora unidos en lo que podría entenderse como una interpretación de lo que sea la razón de Estado, quiere una limpieza a fondo del país, empezando por Papandreu, con él se niega a pactar nada.

Los sondeos arrojan, por primera vez en 8 años, una mayoría de 10 puntos por encima del Pasok a la Nueva Democracia de Mitsotakis, pero la clave de las elecciones la tiene el 20% de indecisos, de los que el democristiano tiene que extraer la mayoría absoluta en el Parlamento, (un 48% de los votos aproximadamente), para poder gobernar en solitario.

Mitsosakis ha llegado a decir que si no obtiene la mayoría absoluta disolverá la Cámara antes de un año, a fin de encarar otra votación que le confiera definitivamente la autonomía en el Ejecutivo.

Hay una impresión bastante generalizada de que ocho años de gobierno del Pasok han esparcido por entramado social griego un sentimiento de despreocupación, de desapego, que encuentra reflejos en un sector público caótico, en escándalos como el de Koskotas, o en la economía negra, que se supone representa algo así como el 30% del Producto Nacional Bruto.

Parece como si la democracia griega no tuviera reglas, como si no estuviera vertebrada, y los griegos, que inventaron este sistema político hace ya 2.500 años, no se fían de él, al punto de que durante los periodos electorales se procede a la sustitución de los ministros de Interior, Policía, Justicia e Información por personas de absoluta confianza de la ciudadanía.

Cuando las estructuras políticas no son sólidas, como aquí, la argamasa que cohesiona a las gentes en torno a un proyecto la da la personalidad de un líder. Papandreu lo es, pero a sus 70 años se ha convertido en un extravagante lascivo, como lo fue la mayor parte de las deidades en la mitología griega, de las que, por mor
de su temperamento y por la idiosincrasia de este país, Andreas forma parte hace ya tiempo.

A Mitsotakis le han descubierto también una amante
MIMI, LA MUSA DEL SEPTUAGENARIO

ATENAS. Dimitra Liani, Mimi, 35 años, es como la ensoñación de una tertulia de rijosos con vinazo: grande grandísima, aparente en todo, espectacular. La antítesis, en fin, de esas modelos andróginas de Chanel.

Pero también es simpática, y afectuosa, y bastante inteligente, como el pueblo griego pudo apreciar a través de una emisión de radio, durante la cual la chica dijo no querer para la querida de Mitsotakis lo que ella se ha visto obligada a soportar. "Lo que yo he sufrido no se lo deseo a nadie".

Papandreu está loco por ella. La conoció, paradójicamente, por mediación de su segunda mujer, Margaret, con la que se casó durante su exilio en EE.UU, y que le ha dado dos hijos. El divorcio del matrimonio con Margaret se consumó la pasada semana, en un tiempo récord, propio de los tiempos electorales que
corren.

Los griegos han venido transigiendo, bien que mal, con los esporádicos ardores amorosos del líder del Pasok. El caso de Mimi, sin embargo, ha provocado gran desagrado en la opinión pública, porque consta que Papandreu ha desatendido sus obligaciones de gobernante para holgar con la moza: cuando en
septiembre de 1987 Kalamata conmemoraba las víctimas del terremoto, Papandreu no acudió al duelo alegando razones de trabajo, pero en realidad estaba de crucero con Mimí, como unas fotos indiscretas demostraron después.

Además, en la opinión pública ha sentado mal que Andreas Papandreu paseara públicamente a Mimí en circunstancias de representación de Estado, cuando todavía no se había divorciado de Margaret. Sucedió así en la cumbre de Jefes de Estado o de Gobierno de la CEE celebrada el pasado diciembre en Rodas, y se ha repetido durante una reciente reunión de dos días con Todor Zhivkov, el líder búlgaro.

Si Mimí llega a convertirse en primera dama de Grecia, (la boda, según se confirmaba el jueves tendrá lugar después de las elecciones), habrá pagado por ello humillaciones extraordinarias. La chica no parece haber tenido grandes prevenciones en el pasado para con esto de las fotos, (se ve que no aspiraba a ocupar una
posición significada en la sociedad), y sus espectaculares formas han aparecido sistemáticamente reproducidas en los medios de comunicación locales, en una operación obviamente alentada por los opositores a Papandreu.

La perla de toda la maniobra de descrédito la constituye una foto de Mimí recostada en una tumbona y cubierta con una sabana, sujetando con la palma de la mano izquierda las gónadas de un joven, vestido con un escueto traje de baño. La imagen ha sido utilizada para dar portada a un libro que se distribuye
normalmente en la ciudad, -aunque no en las librerías chic, que lo repudian-, títulado "Mimí sostiene el cambio".

La palabra "Cambio" fue el eslogan básico que llevó a Papandreu al poder en 1981.

La campaña ha observado también la aparición de un segundo libro, también demoledor para el prestigio de Papandreu. Titulado "Los diarios secretos de Kastri", (el nombre de la anterior residencia del primer ministro, antes de que se refugiara con Mimí en un elegante barrio de Atenas), y obra de Vassilis Kerasmas, que fuera jefe de su servicio de seguridad personal, el libro narra detalles de la vida privada de Papandreu, incluídos sus contactos con el traficante de armas Adnan Khashoggi.

La oposición también cojea

No son sólo las miserias de Papandreu las que están tendidas a secar en la plaza pública: a su directo opositor, Constantino Mitsotakis, la prensa le ha descubierto una amante en plena campaña electoral. De ella sólo se sabe que se llama Katrina, y que es de Salónica. El diario pro-gubernamental Avriani afirma
disponer de 48 cintas grabadas, en las que se recogen conversaciones de Mitsotakis con su amante, que además está casada, y de fotografías "fuertes" que el periódico se niega a publicar, por considerarlas "pornográficas".

La situación está tan deteriorada que el mismísimo Karamanlis ha roto su silencio de años, para clamar por un atemperamiento de la polémicas.

LAS ELECCIONES, EL MEJOR ESPECTACULO DEL AÑO

ATENAS. Los atenienses viven la Democracia con el fervor de una final de fútbol. Garantizada la presencia en las urnas por la obligatoriedad del voto, la expresión de los sentimientos individuales se formaliza en la calle con una parafernalia de banderas, cohetes, antorchas, gorras, estandartes, bocinas y pancartas más propia de un derby que de unas elecciones como las que el país encara hoy, de las que deberá salir un nuevo Parlamento, además de, -y eso es algo completamente circunstancial en esta ocasión-, una representación ante el  Parlamento Europeo.

El ágora en el que la democracia de la calle vive los prolegómenos de estas ocasiones es una plaza cuadrada, la Syntagma, situada frente al Parlamento local, cerca de la Puerta de Adriano, a tiro de piedra del gran Templo de Zeus, en pleno centro urbano.

Estos días pasados, Syntagma ha sido el punto de concentración de millares y millares de seguidores de Kyrkos, Mitsotakys y Papandreu, en manifestaciones y mítines sucesivos que han paralizado una ciudad como ésta, en la que para agilizar el tráfico ha sido necesario prohibir la circulación en días pares a
los vehículos nones y viceversa.

Pero nada de eso importa a los ríos humanos que, con aire de fiesta, y en medio de un ruido infernal de bocinas, descienden por la calle Sofías hacia Syntagma, para jalear allí a sus líderes.

La verdad es que casi no los ven, porque la plaza está cuesta abajo, y en su interior hay árboles. Por ello, la tribuna del orador tiene que levantarse una docena larga de metros sobre el suelo, adosada a la fachada de un edificio ordinario de viviendas.

El acceso a la plaza es una auténtica romería. El trayecto está jalonado por puestos de venta, alimentados por grupos electrógenos individuales, en lo que lo mismo se ofrecen al romero frutos secos que las últimas fotos de Mimí, todo ello bajo la abrumadora iluminación de decenas de focos de 5.000 watios que, dispuestos sobre torres de mecanotubo, contribuyen a incrementar aún más la impresión de circo que todo el festejo arrastra consigo.

Cuando el líder, ya sea Kyrkos, Mitsotakys o Papandreu, aparece en escena, el cielo se ennegrece por el humo de los cohetes y las bengalas que sus seguidores echan simultáneamente al cielo.

Al término del mitin, el suelo queda tapizado por la propaganda desechada: decenas de miles de folletos realizados en papel satinado con fotos en color, banderines de plástico, bombas de gas para accionar bocinas...

Los adornos con los que la fiestas electorales se visten en este país son los propios de unas presidenciales americanas, pero la comparación se detiene ahí, en la mera epidermis. Y si no, que se lo pregunten a Hart o a Towers.

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