Real Time Web Analytics Bruselas10: octubre 2012

lunes, 29 de octubre de 2012

A Perro Flaco...

Reparto de fondos de la UE para Cohesión por Estado miembro entre 2007 y 2013.
Fuente: Comisión Europea 


Silenciada por el fragor de la batalla que se libra en Europa contra los déficits públicos, la negociación sobre las Perspectivas Financieras 2014-2020, a las que se denomina ahora “Marco Financiero Plurianual 2014-2020”, discurre estos días con sordina, aunque haya producido múltiples víctimas. Por desangramiento. Tantas que hasta se cuestiona ya la capacidad de la propia Comisión europea para programar correctamente la acción comunitaria durante todo un septenio. Sus arcas están  exangües bajo los esquemas de las actuales Perspectivas Financieras, que concluyen a finales del año que viene y las que vienen a sustituirlas se anuncian aún más estrechas.

El calendario establecido determina  que, en teoría, los líderes de la UE deberían estar en condiciones de dar el visto bueno al nuevo marco presupuestario plurianual durante una cumbre extraordinaria, que ha sido convocada para 22 y 23 de noviembre próximos por el presidente del Consejo Europeo, Herman van Rompuy. En la práctica, todavía no hay cifras solventes sobre las que discutir. La Comisión presentó las suyas hace un año, las corrigió el pasado julio y el Parlamento ha hecho lo propio esta semana, aprobando un informe de dos eurodiputados, uno alemán y otro búlgaro, que critica severamente las posiciones de la Comisión. Pero el Consejo, donde se sientan quienes deben nutrir con sus aportaciones el 85% de ese presupuesto común (el modesto 15% restante se acopia a partir con los recursos propios específicos de la UE), no ha puesto ni una sola cifra sobre la mesa. La presidencia chipriota y Van Rompuy habían prometido una primera negociating box para este fin de semana, pero no han cumplido su palabra.

Un mensaje nítido emerge del Consejo  e impregna el debate: estamos en crisis y hay que ahorrar. Se trata de una nada novedosa tacañería entre los socios europeos más ricos, con el Reino Unido al frente pero a quien siguen estrechamente Alemania, Holanda y, en general, la Europa de los contribuyentes netos, que es como se conoce a los que aportan al presupuesto común más que lo que reciben de él, en términos estrictos de caja (un mal método de cálculo). El mensaje ha generalizado en las instituciones europeas la certidumbre de que se avecinan siete años de grandes estrecheces para Europa. En su informe, la Eurocámara destaca que los 1,03 billones de euros previstos por la Comisión en compromisos para el próximo septenio, tras la revisión de julio, representan el 1,08% de la Renta Nacional Bruta (RNB) de los Estados miembros, Croacia incluida, y se traducen en 988.000 millones en gastos (el 1,03% de la RNB). Apenas dan, dice la Eurocámara, para hacer frente a las políticas establecidas por la Unión Europea, en especial la Agrícola Común, es decir, la PAC, y las derivadas de la Cohesión. Las estrecheces del Programa Erasmus, detectadas estas semanas atrás, corren camino de generalizarse.

El techo europeo de gasto está situado, teóricamente, en el 1,24% de la RNB, o el 1,27% del PIB de los Estados miembros definido en 1991 en Edimburgo; el tránsito a la magnitud de la Renta Bruta desde el previamente utilizado del PIB se produjo a comienzos de la pasada década, a fin de armonizar las referencias contables europeas.

Nos econtramos, en cualquier caso, muy lejos de los techos presupuestarios máximos. El 1% de la RNB fue juzgado escaso para afrontar las necesidades europeas en las negociaciones de 2006 y las nuevas Perspectivas anticipan recortes sustanciales, del orden de 5.500 millones sólo en cohesión, con respecto a la programación de gasto propuesta por la Comisión en 2011. 

Y todo ello aún antes de que el Consejo haya puesto sus cifras sobre la mesa. ¿La clave?: la Comisión computa ahora a Croacia, que entrará en la UE a mediados de 2013 y para la que hay ya asignados 8.728 millones de gasto en cohesión. Pero el monto total de los programas de solidaridad intracomunitaria sólo sube 3.000 millones en la propuesta de julio, con respecto a las cifras de 2011: 339.000 millones frente a los 336.000 contemplados hace un año largo. Es decir que Bruselas, aún sin las cifras del Consejo sobre la mesa, recorta ya casi un billón de las antiguas pesetas en cohesión, respecto a sus documentos originales de 2011.



La negociación va a ser muy dura. Las regiones españolas que rebasen el 75% de la renta media (Castilla La Mancha, Andalucía, Murcia, Melilla y Canarias, que pierden la condición de "Regiones en Convergencia" por el nivel de sus respectivas riquezas regionales) van a perder muchos ingresos de la UE. Precisamente cuando más los necesitan.

domingo, 21 de octubre de 2012

Todo el poder para Merkel

 

La primera lectura que se extrae de la última cumbre europea, la que tuvo lugar los pasados jueves y viernes, es que Angela Merkel no tiene contrapeso real en Europa. La Francia de François Hollande, que tantas esperanzas había despertado en ciertos ambientes, principalmente de izquierdas, no es capaz de introducir cambios sustanciales en el orden de prioridades de la canciller germana. Tampoco en su calendario.

 

Porque si por algo se caracterizan los acuerdos del último Consejo Europeo es por el limpio trazado que le dejan a Angela Merkel en el proceso electoral que se le anticipan para el próximo año (habrá elecciones federales el 27 de octubre) y por el plazo que la banca regional alemana gana con ellos para poner a punto sus comprometidos balances, ante la eventualidad de una supervisión bancaria exterior, la que acometerá en su momento, hacia 2014 en todas sus vertientes, el BCE en su condición de supervisor único de los 6.000 los bancos de la Eurozona, según los pactos de la cumbre.

 

Tampoco el documento que han realizado los presidentes del Consejo Europeo, la Comisión, el BCE y el Eurogrupo (“Hacia una Unión Económica y Monetaria Genuina”) cuya versión provisional aprobó la cumbre el viernes, plantea ninguna dificultad relevante a Berlín.

 

La crisis de la deuda ha consolidado el poder alemán en Europa. A finales de la década pasada, hacia 2008-2009, Alemania era la referencia obligada de todo acuerdo de entidad en la Europa comunitaria. Pero su poder se ejercía habitualmente desde la sombra, en el núcleo de las discusiones a puerta cerrada de las que sólo emergía el consenso alcanzado. Porque la UE nunca habla de sus disensos. Ahora eso ha cambiado; ya sea porque François Hollande ha cortado los puentes tendidos por su predecesor, Nicolas Sarkozy con Berlín, ya porque la arrogancia alemana no soporta simulaciones, lo cierto es que se pretenda y diga lo que se quiera, lo que se hace es lo que acepta la canciller alemana.

 

Angela Merkel no quiere una Unión Bancaria (y su supervisor único) para comienzos de año. Dice que es un tema complicado, que hay que preparar bien y a partir de un marco jurídico concreto. En la práctica, la dilación establecida esta semana con respecto a las declaraciones de la cumbre de junio, permitirá a los bancos regionales alemanes sanear posiciones porque, esta vez sí, ha quedado establecido en la cumbre que la supervisión bancaria europea alcanzará a los 6.000 bancos de la Eurozona. Ya lo apuntó la Comisión europea el pasado mayo, al señalarle a Berlín que sus planes para la mejora de la situación de sus landenbanken adolecían de falta de ambición. Antes, en febrero de 2011, el vicepresidente Almunia había recordado en la capital alemana, durante unas jornadas organizadas por el diario Handelsblatt que los bancos regionales alemanes necesitaban ser reestructurados ya antes de la crisis de los activos tóxicos y que esta exigencia, con aquella, había devenido imperativa. Citó Almunia al WestLB, al HSH Nordbank, al BayernLB, así como al Hypo Real Estate, la gran caja hipotecaria germana ya rescatada en los primeros momentos de la crisis.

 

No debe extrañar, por lo dicho, que en su primera propuesta para la supervisión bancaria europea, Alemania pretendiera circunscribir las competencias del nuevo gendarme a los bancos de alcance sistémico, es decir y por lo que a la RFA respecta, al Deutschebank y al Commerzbank.

 

La pretensión no ha prosperado porque ahí está el triste caso de las cajas españolas, que sin ser sistémicas han llevado a las capacidades financieras del Estado español al límite en esta crisis.

 

A España, el cambio de calendario le viene mal, pero nada puede hacer. De ahí que Mariano Rajoy, en la conferencia de prensa con la que concluyó su presencia en Bruselas, enfatizara la determinación de Alemania en resolver los problemas de la Unión Monetaria.

 

Al ritmo alemán, claro.

 

jueves, 4 de octubre de 2012

Fireworks



Ando abrasado por los fuegos de España, los políticos y los otros. De estos últimos, de las hogueras del verano, vengo a hablarles hoy. Lo hago consciente de que, al haberme retrasado unos días en afrontar el tema, tenemos a una parte de la geografía nacional bajo las aguas. Los del periodismo fenomenológico, ayer fuego, hoy lluvia, mañana nieve, no caben de gozo. Qué mina para el telediario.

Pues el caso es que yo no alcanzo a comprender cómo es posible que a un país como el nuestro se le queme en tres décadas una décima parte de todo su territorio. Eso es lo que revelan unas estadísticas que van a ser hechas públicas un día de estos en Bruselas, no sé exactamente cuándo. De 1980 a 2010 han quedado reducidas a pavesas en España ni más ni menos que cinco millones, trescientas sesenta y ocho mil, doscientas veintisiete hectáreas, de los 50,4 millones de que consta el territorio nacional. Lo dicho: del orden de un 10 por ciento.

Viendo lo que está pasando estos días con el proyectado “banco malo”,  me pregunto cómo es posible que se haya abusado tan impunemente de la gente, a la que, primero, se la privó de bosques para hacer sitio al ladrillo y ahora se la obliga a pagar, con impuestos, la ruinosa financiación de no pocos proyectos brotados de las cenizas de la pinocha, no precisamente como si de un ave Fénix se tratara, y de su no menos ruinosa colocación en el mercado. Porque convenido está que la mayor parte de los incendios forestales son intencionados, criminales o no, y que los aprovechamientos urbanísticos de los nuevos yermos estuvieron en el origen de no pocos de aquellos fuegos. Por algo la ley prohíbe construir en ellos ahora; no ha sido así siempre. No parece aventurado aseverar que las chispas de ayer trajeron los lodos de hoy.



Hace ya muchos años, cuando comenzaba en esto del Periodismo, conocí a un personaje singular, Juan Mugarza, que estaba al tanto de todos los misterios de los bosques vascos. Llegué a él llevado por la curiosidad, en una época en la que, un día sí y otro también, ardía un bosque en lo que todavía no era la Comunidad Autónoma Vasca. Por aquel entonces, el ministerio de Agricultura había acuñado un eslogan feliz para concienciar a la ciudadanía sobre la necesidad de proteger las masas forestales: “Cuando un monte se quema, algo suyo se quema” decía el cartel, al que un semanario satírico añadió aquello de “señor conde”, con lo que la campaña se fue al garete.

Supe, por Mugarza, de historias truculentas que darían para series televisivas enteras: de odios atávicos entre agricultores y ganaderos, de torvas animosidades vecinales, de empresarios sin escrúpulos, de propietarios forestales desaprensivos. Nada que se pudiera probar; nada se publicó.

Pero guardo el recuerdo de cómo Juan me contaba que se quemaban los bosques: disponiendo en lugares estratégicos culos de botellas rotas que actuaban como lupas en momentos determinados de periplo solar por los cielos o, incluso, introduciendo colillas de cigarrillos encendidas en mierda de vaca seca. La boñiga se dejaba allá donde más daño podía hacer una vez prendida, y el pirómano abandonaba con total seguridad el lugar del crimen porque la llama tardaba en aflorar.

Canalladas de este género son muy difíciles de descubrir “in situ”, cuando están puestas en marcha; hay que afrontarlas en origen, con una investigación detallada de los intereses que sobrevuelan las zonas comprometidas, el seguimiento discreto de los pirómanos y otras prevenciones que la Guardia Civil maneja bien.

La magnitud del problema parece mostrar que la política seguida hasta ahora no ha sido eficaz para contenerlo. Lo único que sobrevuela esas zonas conflictivas todos los veranos son los helicópteros y Canadairs apagafuegos, que ofrecen buenas imágenes para el telediario, pero que no ocultan el fracaso de toda una comunidad en la contención de uno de sus males más vergonzosos.

(El último informe del EFFIS -European Forest Fire Information System, lo encontrarán aquí: http://www.scribd.com/doc/108959042/incendios-forestales)

lunes, 1 de octubre de 2012

Pintan bastos en Europa para España


Es posible que a Mariano Rajoy no le gusten las prisas y que Luis de Guindos participe de ese sentimiento porque esta misma semana, el ministro de Economía ha establecido una diferencia no precisamente sutil, sino expresa, entre las necesidades de concreción sobre el segundo rescate español (las compras de bonos españoles por parte del BCE en los mercados secundarios de duda) formuladas el día 17 por el comisario Almunia, y la posición oficial de la Comisión europea al respecto, que no existe. Pero se mire la cosa como se mire, forzado es constatar que los perfiles del método diseñado para frenar los carricoches de montaña rusa sobre los que la financiación de España e Italia circula por los mercados monetarios, están difuminándose bajo la agresión combinada de los operadores de esos mercados y de quienes, dentro de la Eurozona, han cuestionado siempre la presencia de economías débiles en la moneda única, con el Bundesbank, el banco central alemán, al frente.


El Gobierno español está haciendo grandes esfuerzos para hacer creíble ante los inversores internacionales su determinación por devolver la estabilidad perdida a las finanzas públicas nacionales. El muy inconfortable proyecto de presupuestos para 2013, presentado el jueves, es el paradigma de esa voluntad.

El problema, para Rajoy, para De Guindos y para todos nosotros, es que Europa tiene sus propios ritmos y, a todas luces, no coinciden con los nuestros.

El pasado día 24, Michael Meister, un halcón de la austeridad presupuestaria y portavoz de Finanzas en la CDU (el partido de Merkel), dijo que Rajoy debería detallar su posición de una vez por todas; “pedir la ayuda (la compra de bonos) si la necesita”. Aunque la posición de Meister no merezca otra consideración que la de un exabrupto más o menos extemporáneo de una persona sin la responsabilidad política exigible para realizar este género de manifestaciones, la verdad es que el clima en Europa se está degradando rápidamente para las conveniencias españolas: Alemania, Holanda y Finlandia han puesto pegas a la financiación directa de los bancos españoles por parte del Futuro Mecanismo de Estabilidad Financiera, MEDE. En ella,  España fiaba el reflotamiento de los bancos nacionales con problemas, la mayor parte de ellos resultado de fusiones entre cajas de ahorros exhaustas por abusos de sus estamentos directivos y por unas políticas de inversión disparatadas. Que la consultora Oliver Wymann cifrara el viernes en 54.000 millones esas necesidades de financiación, por debajo del margen financiero de 100.000 millones aprobado para el caso por la UE, no resta importancia a la incertidumbre derivada de si esas ayudas terminarán contabilizándose como deuda pública adicional para España.

La clarificación reclamada por Meister, también evocada por Almunia, se refería a la petición expresa que Madrid, o Roma, deben hacer para que el BCE inicie las compras masivas de deuda a corto plazo (a uno y tres años) en los mercados secundarios. Duramente criticado por esta iniciativa, el presidente del BCE, Mario Draghi, ha tenido que dar garantías a diferentes estamentos alemanes sobre la severidad de las contrapartidas que serán exigidas a los países que reclamen esa intervención.

Y el debate sobre la deuda, descarnado y muy desagradable, está comenzando a contaminar las negociaciones sobre el marco financiero plurianual de la UE entre 2014 y 2020  (lo que se conocía como “Perspectivas Financieras”). La capacidad que España tenía para reclamar una buena participación en el reparto de la futura cohesión intraeuropea se encuentra muy mermada.
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