Real Time Web Analytics Bruselas10: marzo 2012

lunes, 26 de marzo de 2012

Copago




No sé ustedes pero lo que es a mí, la política española me da pocas satisfacciones. Desde luego, el debate en curso sobre el copago sanitario no forma parte de esas últimas. La verdad es que me irrita bastante que un asunto de tamaña trascendencia haya quedado reducido a los eslóganes de una campaña electoral (“no me gusta” y “seguro que nos lo ponen el 26”), como si la cosa no mereciera más que los 15 segundos que los propagandistas juzgan límite para mantener fijada la atención del telespectador, antes de que comience a desconectar. Pero así están las cosas: un discurso rayano al exabrupto y la batalla ideológica de derechas e izquierdas como referencia ideológica última para el debate.

El asunto, obviamente, merece otra armadura intelectual, aquella con la que se han vestido todos los países que, gobernados por derechas como por izquierdas, se han visto en la tesitura de buscar una solución a sus problemas de financiación de la sanidad en algún momento de sus historias recientes. Les adjunto una tabla 
(http://www.scribd.com/doc/86771893que he elaborado a partir de un informe de la Organización Mundial de la Salud sobre esta materia, para que constaten hasta qué punto el problema está generalizado y cómo se le ha dado respuesta entre nuestros vecinos. El informe en sí lo encontrarán aquí (http://www.scribd.com/doc/86771226). Es antiguo pero ayuda a comprender el alcance del problema. Sobre todo porque la tendencia seguida por las naciones europeas no se ha orientado a extender los supuestos de gratuidad sino, en todo caso, a restringirlos.

El movimiento es común: los gastos sanitarios crecen por encima del PIB y los déficits se disparan. Me remito a mi post de estos días atrás sobre la explosión de los gastos en salud. La tentación de transferir una parte de esos costos al paciente es grande. ¿Pero por qué crecen esos gastos así? ¿Es que no hay manera de contenerlos? Los especialistas (Alternatives Economiques hors série nº 92, Politiques Publiques, Peut-on maîtriser les dépenses de Santé?) consideran que el envejecimiento de la población tiene un impacto directo sobre la estructura financiera de la Seguridad Social, pero no tanto sobre los gastos sanitarios. "Son los avances tecnológicos los que contribuyen más acusadamente (al encarecimiento de la sanidad): imaginería médica de punta, moléculas resultantes de la biotecnología, nuevos dispositivos de diagnóstico preventivo... Curar hoy es mucho más caro que hace treinta años, con ganancias reales, pero más débiles (que antaño) en las perspectivas de vida "

En Francia, el consumo de medicamentos ha crecido un 125% en 5 años, y la factura comienza a ser insostenible. "Sometidos a la presión de las empresas farmacéuticas, los médicos prescriben demasiado. Además, muchas de las novedades, más caras, no tienen necesariamente un valor terapéutico real respecto a las moléculas disponibles en el mercado. Según el informe Debré-Even, son más de 2.000 moléculas, correspondientes a 4.500 marcas diferentes (dejados los genéricos de lado), los que se han acumulado, cuando la propia Organización Mundial de la Salud considera que son verdaderamente necesarias sólo 500 moléculas” (cnfr. op.cit. pags. 30-31)

La referencia tangencial del informe que les cito más arriba a la presión de los laboratorios farmacéuticos sobre el mercado adquiere plena dimensión a la luz de otro informe, que también les adjunto (http://www.scribd.com/doc/86772202) y según el cual los países de la Unión Europea, que se gastan un billón de euros (el millón de millones, no el “billion” anglosajón, que son mil millones) al año en prestar atención sanitaria para sus ciudadanos, soporta un fraude o mala utilización de 56.000 millones y que 180.000 millones se pierden al año de los 3,3 billones de euros que la Organización Mundial de la Salud considera que se invierten anualmente en sanidad en todo el mundo.

En “The World Health Report.-Financing for Universal Coverage”, la OMS destaca, como segundo factor que obstaculiza la generalización de la cobertura universal, “la excesiva vinculación de los pagos directos y el momento en el que la gente necesita atención sanitaria. Aquellos comprenden pagos inmediatos por medicinas y tarifas por consultas y otros procedimientos”. Este informe, que usted puede consultar aquí (http://www.scribd.com/doc/86770753) señala (pag. 41) que “los pagos directos no están restringidos a los países con bajos niveles de ingresos o a sistemas de financiación de la salud. Cobrar a quienes necesitan atención médica es el mecanismo prioritario de captación de recursos financieros en 33 países y aporta más de la cuarta parte de todos los fondos (asignados a estos fines) en otros 75”.
Como conclusión, la OMS establece que (op. cit. pags. 52-53) que “las tres últimas décadas han mostrado las limitaciones de los pagos directos tales que las tarifas para el usuario en la financiación de los sistemas de salud. La respuesta apunta una evolución hacia sistemas de prepago y pago compartido, asumiendo en común los riesgos financieros de la enfermedad en los grupos más amplios de población posibles (…) A largo plazo, el objetivo sería reducir el nivel del pago directo por debajo del 15 o el 20 por ciento del total del gasto en salud, y de incrementar la proporción del gasto gubernamental y del seguro obligatorio a en tono al 5 o el 6 por ciento del PIB”.

Todo este material lo pongo a su disposición con el propósito de facilitarles elementos de juicio con los que analizar un problema que está siendo planteado a una población culta y desarrollada de una manera absolutamente deplorable. Es obvio, a la luz de lo que en el se puede leer, que el copago no es cuestión de ideología y que el problema es muy profundo. Más aún que los 15.000 millones de agujero que el sistema genera en España. 

lunes, 19 de marzo de 2012

Sibilas, oráculos y videntes

Ruinas de Delfos

Anticipar el futuro siempre ha sido un ejercicio comprometido. Lo sabían bien los oráculos, las sibilas y las pitonisas de la Grecia clásica, que mandaban al peregrino a contar la longitud de los pelos de las ovejas a la luz de la luna, para anticipar el signo del oleaje en la marea siguiente y su profundidad. Ergo, la potencia de la armada de trirremes que finalmente arribaría a la costa y arramblaría con todo. Y si la profecía no funcionaba, la culpa la tenía el que medía el pelo, que no había estado fino.

En nuestros días, al depositario de la revelación le dejan poco margen para interpretar: viene el Fondo Monetario Internacional y te dice que tres cuartillos de punto y a correr. Lo malo, y en esto nuestra civilización es mucho menos austera que la de nuestros referentes clásicos, es que no sólo nos viene un vidente a contarnos el futuro, sino toda una legión de ellos: el FMI, la Comisión europea, la OCDE, los servicios de estudios de los bancos o de las cajas de ahorros, los institutos económicos (alemanes o no) y hasta consultoras de distinto signo. Nadie va a buscar el saber del vidente, como en Delfos; vienen ellos a ofrecértelo, y en pelotón. Y te dicen lo de los tres cuartillos o los de los dos cuartillos y tres cuartos, (¡fíjate, qué pesimistas!) o lo de los “escenarios” y las “horquillas”, todo ello con gran gravedad. Y el mundo enloquece porque no pocos de quienes lo dirigen se pasan media semana analizando las encuestas de voto y la otra media dándole vueltas al cuartillo. Con las unas y el otro construyen las ruedas de prensa y terminan agotados. No es de extrañar.

En la Grecia clásica, las profecías no fallaban nunca; los que erraban eran sus destinatarios, garrulos ellos, porque no las descifraban bien. Los oráculos de nuestros días, anglosajones prácticos y directos, bien distintos de sus laberínticos ancestros mediterráneos, eliminan el riesgo de que el cliente interprete mal y nos anticipan el número de trirremes que llegarán a la vuelta de unas pocas horas a la costa y su carga de energúmenos. Suele empezar el FMI y le siguen, poco después, la Comisión europea y la OCDE, y otras instituciones, públicas y privadas, en un carrusel de subidas y bajadas que se repite varias veces al año. Cuando el primero en pronunciarse dice que el carrusel sube, todos los demás le copian y cuando va para abajo, el pelotón se precipita ciegamente hacia el abismo. Este seguidismo tiene sus ventajas: equivocado uno, equivocados todos, como sucedió poco antes de la crisis de las subprime, cuando nadie barruntaba la que se nos venía encima y todos se las prometían felices. Ya sabemos de qué va esto.

Por eso, cuando en entre el griterío de los videntes se deja oír una voz disonante, hay que prestarle atención. El desafinado ha venido esta semana de la OCDE, que ha cantado un posible cambio de tendencia en el ciclo basándose en unos sofisticados indicadores compuestos, los CLIs o Composite Leading Indicators. Miden, los CLIs estos, las fluctuaciones de la actividad económica en torno al potencial de crecimiento, y presentan una onda que sube y baja a lo largo de un eje, (el citado potencial). Del análisis de la amplitud de la última curva, los oráculos de la OCDE deducen que podría estar armándose una recuperación. Incluso en el conjunto de la Eurozona, España incluida.

El gráfico de la OCDE que revela -dicen- el cambio de tendencia


No hace falta perderse en los arcanos de la Econometría para percibir que el aire trae aromas nuevos: Grecia ha terminado con la restructuración de su deuda, un trabajo hercúleo ese y el FMI le vaticina una salida de la recesión para 2013; el sistema financiero europeo dispone de una liquidez (BCE mediante) considerable; Estados Unidos tira de la máquina, como corresponde en todo año electoral; y las bolsas, en fin, suben. Por lo demás, la economía alemana va bien. Verdad es que quienes la pilotan no facilitan todavía el consumo. Temen, quizás, que los cambios profundos adoptados por varios países, como España, no terminen consolidándose, a falta de razones imperiosas como las que los han  justificado e impuesto.  Pero eso puede cambiar con la marea, cuando se perciba que esos cambios son irreversibles.

En fin, que hay motivos para el optimismo, aunque España tenga todavía que afianzar su nuevo modelo. Pero si el entorno va mejor, se producirá el tirón. El que nuestra clase gobernante espera anhelante.

Real Time Analytics