Real Time Web Analytics Bruselas10: febrero 2013

sábado, 23 de febrero de 2013

Confusión de espíritus



En la Comisión europea, quienes defienden a ultranza la confusión en los espíritus que conlleva la publicación de las "Previsiones Económicas", un fenómeno que ahora acontece cuatro veces al año, suelen incidir en la referencia al «escenario en caso de políticas inalteradas» que suele acompañar a sus cifras. Dice esta gente (me lo han dicho a mí, después de haber demostrado en estas columnas que estas previsiones no han acertado nunca con España, supongo que con los demás tampoco) que las desviaciones entre lo anunciado y la realidad se explican, en parte, porque los gobiernos nacionales «se ven incentivados» a tomar medidas para no llegar a la situación que desde Bruselas se les anticipa.

No hace ese argumento un gran favor a la solvencia del análisis econométrico comunitario. Reduce los esfuerzos de anticipación que realiza la Comisión europea en sus "Previsiones" a la condición de mero instrumento político para la consecución de objetivos político-económicos, lo que le desposeería, llevado el razonamiento a sus extremos, de fundamento científico y de credibilidad.

Verdad es, entre otras cosas porque así lo reconocen ellos abiertamente, que los países del Norte europeo están apretando a los del Sur, Francia incluida, a proceder con reformas estructurales profundas, en el convencimiento de que sin presión, esas reformas, entre las que merece consideración primordial el cambio de mentalidad sobre los déficits públicos, no serían nunca acometidas. Las apreturas de Grecia responderían no tanto a la escala del problema (pequeño en su momento) planteado por la minúscula economía helena, o la portuguesa, o la irlandesa, o las tres juntas, sino por el riesgo de contagio de esa laxitud a otros socios mucho más problemáticos, léase España, Italia o, en fin, Francia. Las "Previsiones Económicas", y los sobresaltos que ocasionan, serían un instrumento más de esta estrategia, que la vicepresidenta española del Gobierno parecía ayer asumir, cuando apuntaba en rueda de prensa, tras la reunión del Consejo de Ministros, que el Gobierno hará lo necesario para que los malos números anunciados en Bruselas no se cumplan.

De modo que todo parece apuntar a una efectiva instrumentalización política de las "Previsiones Económicas" europeas. Dan, a los gobiernos que las necesitan, razones para profundizar aún más en sus políticas de austeridad, ante sus opiniones públicas respectivas.

Pero el temor a la presunta evolución negativa de las cuentas nacionales no debería distraer la atención de otros problemas mucho más reales que las posiblemente fantasiosas cifras comunitarias. Como la apreciación del euro en los mercados cambiarios. Ahí está la verdadera amenaza para la recuperación de la economía española, y Alemania no quiere arrimar el hombro.

En 1999, poco después de lanzado el euro, la moneda única sufrió una devaluación del 14% con respecto a sus tipos de salida. La quimera 1€=1$=100¥ se desvanecía ya entonces y hoy asistimos a maniobras japonesas, estadounidenses y chinas para mejorar la competitividad de sus economías mediante la devaluación, más o menos artificial, de sus divisas respectivas. Y el euro sube; ayer rondaba los 1,32 dólares.

A las autoridades españolas, un euro fuerte les ayuda a vender la idea de que la recuperación económica está en marcha. Evidencia que los capitales internacionales vuelven a confiar en la moneda única. No deja de ser cierto, sin embargo, que un euro a 1,4 dólares borraría del balance las mejoras de competitividad logradas por su economía con tantos esfuerzos.

No hay que dejarse confundir: es ahí, al tipo de cambio del euro, a donde hay que mirar; no a unos números aireados por la Comisión que nunca terminan correspondiéndose con la realidad.

Ante la cantidad de mensajes recibidos, quiero aclarar que el Post en el que comento los fallos enlas Previsiones Económicas de la Comisión europea está aquí: http://bruselas10.blogspot.be/2012/11/pronosticos-que-se-lleva-el-viento.html
Un euro a 1,4 dólares borraría la mejora de la competitividad española lograda con tantos esfuerzos

lunes, 11 de febrero de 2013

Europa chirría en las curvas


En octubre de 1997, la Comisión europea que presidía Jacques Santer contribuyó al debate, entonces muy malcarado, sobre el presupuesto de la Unión Europea, con un estudio de su comisario de Economía Erkki Liikanen, en el que se desmontaba, punto por punto, la argumentación alemana sobre el "Justo Retorno". Era este un principio que Berlín quería imponer en los flujos financieros entre los Estados miembros de la UE y las instituciones comunes, a fin de reducir el nivel de sus contribuciones al erario común. Los nacionalistas catalanes y los flamencos belgas han hecho propio el principio en sus disputas con las autoridades centrales respectivas.

Aquel informe ("Contribuciones presupuestarias, gastos de la UE, saldos presupuestarios y prosperidad relativa de los Estados miembros") era taxativo en sus descalificaciones, muy bien argumentadas, sobre la validez de los flujos de caja para evaluar la posición financiera de un Estado miembro en la UE. Negaba la pretendida objetividad de dichos flujos porque ese género de cálculos se basa, decía, en factores y variables que arbitrariamente, alguien concreto elige en un momento determinado. Citaba, como ejemplo, el muy famoso "Cheque Inglés". Equivale este a las dos terceras partes del saldo presupuestario del Reino Unido con la UE, que da siempre negativo porque para calcularlo se utilizan argumentos sesgados, y que se define como la diferencia entre la aportación del país al erario común por IVA y PNB y lo que Londres recupera a través de los "gastos repartidos". Hecha la cuenta, el saldo se multiplica por el total de gastos operacionales y de ese mejunje contable sale el dichoso cheque. ¿Y los intangibles? ¿Y los beneficios de la Unión Aduanera? «No hay -concluía aquel documento- una definición única de la noción de saldo presupuestario. Esta ambigüedad facilita el establecimiento de métodos diferentes para determinar las ventajas presupuestarias que comporta la adhesión a la UE. La elección de un método particular refleja a menudo el propósito de resaltar un punto de vista particular, o de defender aspectos específicos».

Como comprenderán, el debate intelectual y ético subyacente en las discusiones previas y posteriores al informe de 1997 que hoy les traigo a estas páginas, no tiene absolutamente nada que ver con el colorido espectáculo que los Jefes de Estado o de Gobierno de la UE, y sus utilleros Van Rompuy y Barroso, nos depararon en la larga noche del jueves al viernes pasados. De lo que allí se trataba era de buscar un punto de encuentro entre las posiciones del Reino Unido, muy por debajo de las pretensiones de la Comisión europea (de por sí desmejoradas por Van Rompuy) y las que Alemania era capaz de asumir sin perjudicar a sus territorios asistidos de la ex RDA, ni humillar excesivamente, y de paso, a Francia, co-timonel del proyecto común. Lo demás era paja, y como tal ardió en la hoguera de las cansinas conferencias de prensa en las que los actores de la comedia se envanecieron por lo bien que lo habían hecho o dieron muestras inequívocas de resignación o confomidad con los resultados, según el orgullo de cada cual.

Supongo que ese punto de encuentro lo conocen: está en los 908.500 millones de euros que la UE podrá efectivamente gastar durante el próximo septenio. Cameron quería 886 y la Comisión 988. Las cifras finales son, en grueso, 960 en compromisos (la cantidad más publicitada en las conferencias de prensa, por ser la más abultada) y los ya referidos 908 en gastos, que son los que de verdad cuentan. Es una diferencia enorme la que separa a "compromisos" de "pagos", que el Parlamento europeo se prepara a contestar. Los "compromisos" se corresponden con el margen financiero máximo de la UE para actuaciones programables durante el periodo de referencia, pero los pagos no pueden exceder el margen establecido ni para cada ejercicio, ni para el conjunto del septenio. Sí, en cambio, pueden hacerlo los "compromisos", lo que quiere decir que la UE podrá programar gasto más allá de 2020 con cargo a las actuales Perspectivas Financieras, a las que ahora se denomina Marco Financiero Plurianual. Se trata de un subterfugio contable convertido en trampa retórica, porque el margen financiero no suele ser explotado nunca hasta sus límites extremos. Tampoco el de gastos, y si no, recuerden las apreturas últimas del Erasmus.

Toda esta discusión, farragosa, poblada de sobreentendidos, oscura y equívoca, se explica, única y exclusivamente, porque Europa ha perdido el dibujo de sus neumáticos y chirría en las curvas. Es absurdo que, a estas alturas, tres cuartas partes del presupuesto común se gasten en agricultura y políticas denominadas "de cohesión" (de asistencia a socios con un desarrollo inferior a la media). El "Cheque Inglés" tiene su origen en que el Reino Unido, en épocas de Margaret Thatcher, consideraba que Europa le salía cara y extraía poco de ella. Se trata, como hemos visto antes en este artículo, de un argumento ramplón, fácilmente cuestionable, pero fue moralmente difícil de contrarrestar cuando la primera ministra británica lo puso sobre la mesa del Consejo Europeo porque no pocos consideraban, aquel junio de 1984, en Fontainebleau, que la Política Agrícola Común, era el "Cheque Francés", cuando no un mecanismo encubierto de reparaciones de guerra entre Alemania y Francia. Y la Política de la Cohesión, que negoció Felipe González y por la que todavía hoy se le honra, los mismos malpensados podrían entenderla como un modelo imaginativo de compensaciones directas por libre acceso a un mercado. A los primorosos olivares de Jaén la PAC, y la cohesión, les ha venido de perlas, pero al tejido industrial español de los 80, la competencia europea le sentó como una patada. Es verdad que los que se sobrepusieron alcanzaron a sacar la cabeza pero quedaron muchos cadáveres por el camino. Y nadie parece acordarse de ellos.

Lo que de verdad los acuerdos del viernes enseñan es que Europa tiene que hacer un esfuerzo para ponerse de acuerdo sobre sus objetivos comunes. Los heredados de la postguerra y el mundo bipolar no sirven ya. Hay que buscar otros. Y financiarlos adecuadamente. Desde nuevas bases. Sin chequeras, ni verdades a medias.

sábado, 2 de febrero de 2013

El chiringuito del petróleo



Los automovilistas españoles están indignados por el precio de los carburantes. El Gobierno dice estarlo también, pero su posición es menos, digamos, diáfana. Anda enredado el ministro Soria con los márgenes de los refineros y los de la distribución, que es el hueso del asunto, pero no va al magro, que es la estructura de precios del mercado. Quizás porque no pueda, todo hay que decirlo. En realidad, parece que nadie sea capaz de domeñar a las grandes corporaciones petrolíferas. Su comportamiento, chulesco, es aún más irritante que el de la gran banca de inversiones. No puede con ellas ni siquiera el G20, ese que se autodenomina, pomposamente, el “Gobierno económico del mundo”.

Volveremos a esas grandes corporaciones un poco más adelante en este artículo. Ahora voy a detallarles lo que he encontrado rastreando los precios de gasolinas y gasóleos en Europa a todo lo largo del año pasado. Para hacerlo, he utilizado las series de Boletín Petrolero de la UE (varios miles de cifras, estas cosas no las ponen fáciles) que edita la Dirección General de Energía de la Comisión Europea, el Oil Market Report de la Agencia Internacional de la Energía y las referencias del costo del aprovisionamiento de crudo de los países de la OCDE, (CIF, es decir, costo del producto más seguro y flete), que también compila la referida Agencia. 



De entrada, una constatación: España es, entre los principales socios de la UE, uno de a los que menos le cuesta el petróleo que adquiere (IEA supply cost CIF Jan-Sep 2012). Hasta septiembre de este año pasado año (últimos datos disponibles), la curva de costos (ver gráfico) estuvo casi todos los meses por debajo de las demás contempladas.


En cambio, cuando analizamos la evolución de los precios en España después del refino y antes de gravar los productos respectivos con la fiscalidad que les corresponde, observamos que son de los más altos. Constátenlo en el segundo gráfico que les adjunto. Las curvas corresponden a la gasolina Premium de 95 NO, que es la que he escogido para simplificar este trabajo. La pregunta es obvia: ¿cómo es posible que lo que se compra tan barato salga de los serpentines y crackers de nuestras refinerías tan caro? ¿Es que nuestros industriales son torpes? ¿O demasiado listos?

El jeroglífico, por muy aparente que resulte, no guarda entre sus pliegues la respuesta a la incógnita de los precios del crudo. Esa clave está más lejos, mucho más; se esconde en las salas privadas y cerradas en las que unas pocas personas deciden el precio de los diferentes tipos de petróleoo. De lo que pasa en esas salas no sabe nadie nada, salvo los que están dentro. En 2011, el G20 reclamó transparencia a las grandes corporaciones que manejan el mercado para introducir alguna garantía de que las cosas no se hacen mal, y esas grandes corporaciones le han contestado al G20 que nanay del Paraguay; y que como el “Gobierno económico del mundo” insista en lo de la transparencia, dejarán de prestar la escasa colaboración que ofrecen para dar una estructura medianamente coherente al mercado de crudo y refinados. Y que en la jungla que resulte, salga ganador el más fuerte. El pasado mes de septiembre, el Financial Times daba noticia de que los grandes organismos reguladores mundiales, como IOSCO (International Organisation of Securities Commission, la agrupación que integra a los grandes reguladores financieros) habían abandonado la idea de introducir los controles estándar en el sector y promovían, en cambio, el mantenimiento del statu quo. Y ello a pesar de que en el borrador del informe que se pretendía enviar al G20, citado por el referido medio, se señalaba que el statu quo “crea oportunidades para manipular los mercados de materias primas” y el riesgo de conductas deshonestas “no es una mera conjetura”. Estamos hablando de los grandes actores mundiales en el mercado del crudo físico, como BP, Shell, ExxonMobil, Chevron, Total o Glencore, el gigantesto trader que extiende sus tentáculos por todos los mercados de materias primas.

Que el riesgo de fraude  “no es una mera conjetura” lo demuestran los casos probados, como los de Energy Transfer Partners y Marathon Petroleum, dos empresas norteamericanas que fueron pilladas in fraganti cuando manipulaban los precios del gas natural o del crudo ligero tejano.

El statu quo que parece vaya a mantenerse no sólo es el que permite ese género de abusos sino también aquel en el que unas muy pocas empresas, de entre las que es principal la neoyorquina Platt’s, una filial de McGraw Hill como también Standard & Poor’s lo es, definen a diario los precios del crudo y los derivados para los diferentes mercados del planeta. Platt’s fue  la que determinó, en base a sus propios cálculos, que el precio del Brent dated del pasado marzo en Rotterdam fuera de 125.28 dólares por barril. Ese mes, el costo medio de aprovisionamiento de España estuvo casi tres dólares por debajo de la referencia de Platt’s (122,76 dólares, ver gráfico), pero la cifra utilizada por el sector para fijar los precios al consumo, los que nos cobran a usted y a mí, es la de Platt’s, no la otra. Y ahí sí que está el margen de beneficio. El gordo.

El precio de aprovisionamiento de España es normalmente inferior al que ofrece el mercado 'spot' de Rotterdam


Platt’s está en el ojo del huracán porque si bien su metodología de fijación de precios es conocida, no sucede lo mismo con el procedimiento en sí, que es calificado de no transparente por los reguladores. Tanto la composición como las deliberaciones del comité que se ocupa de fijar los precios son secretos. Igual que el sistema de verificaciones.

A Platt’s no le han podido probar ninguna manipulación de precios, pero sobre todos estos grandes chiringuitos desde los que se definen los precios finales para productos de consumo masivo, a escala planetaria, pesan grandes interrogantes desde el escándalo del Libor. Los bancos implicados han pagado multas, en general nimias para la materia comprometida en la manipulación del Libor, porque han robado a todo el que pedía una hipoteca o usaba una tarjeta de crédito. Pero a mí nadie me ha venido a devolver un euro por lo que he pagado de más. ¿Y a usted?
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