lunes, 9 de septiembre de 2013
ADS-B
domingo, 1 de septiembre de 2013
Alerta de tierra para el 'Low Cost'
Tal
y como lo conocemos, el "low cost" tiene los días contados. Supongo
que saben a lo que me refiero: eso vuelos baratos que a veces se ofrecen al
viajero a precios marginales (5 euros y así), pero que, en realidad, pagan las
autoridades regionales o locales, deseosas de dar vida a sus respectivos
aeropuertos que de otro modo no tendrían
razón de existir. En Europa, las "low cost" detentan una cuota de
mercado superior al 50 por ciento y una de ellas, Ryanair, declara transportar
más pasajeros internacionales que ninguna otra en el continente. Su meta para
el año en curso es rebasar los 81 millones de pasajeros. En el último
ejercicio, la empresa declaró beneficios por importe de 569 millones (un 11%
más que el precedente), en un mercado átono y con las empresas tradicionales
del sector sometidas a fuertes tensiones de liquidez.
Históricamente,
el "low cost" enraíza en la liberalización del transporte aéreo de
los años 90, cuando Europa aceptó abrir el sector a la competencia. Se comenzó
por permitir enlaces entre aeropuertos regionales que servían aeronaves y
compañías con bajos CODs (Costos Operacionales Directos), porque los aviones
utilizados resultaban más baratos de mantener, o porque las empresas eran
nuevas y habían sido diseñadas más austeramente que las viejas
"elefantes" del sector, con sus plantillas enormes y sus servidumbres
políticas y de prestigio que sólo resultaban soportables en mercados
compartimentados.
Pronto la ocasión fue percibida como una
manera de promoción de los intereses económicos regionales y comenzó la carrera
por construir aeropuertos y atraer hacia ellos a las compañías que prestaban
esos servicios. Una de ellas, Ryanair, elevó a la condición de categoría superior
la reducción de los CODs, estableciendo un modelo de servicios fuertemente
criticado, y comenzó a operar con reactores modernos, ganando rápidamente cuota
de mercado.
El
resto es, más o menos, historia sabida: las viejas "compañías de
bandera" nacionales tuvieron que adaptarse a las circunstancias y modificar
sus propios modelos para hacer frente a una competencia feroz, que echaba por
tierra los precios del transporte aéreo en Europa. Consiguieron sobreponerse en
parte por los beneficios que les reportaba el tráfico de largas distancias y
los billetes de clases preferentes, pero también este nicho de actividad esta
viéndose amenazado, en este caso por operadores norteamericanos y de Oriente
Medio, que cuentan con empresas reestructuradas y flotas modernas y muy
eficientes.
Ante
una situación cada vez más degradada, la Comisión europea ha decidido intervenir.
Y se propone hacerlo a lo grande: modificando el marco legislativo básico de
más de 460 aeropuertos regionales europeos y de 150 compañías aéreas que operan
vuelos regulares. Tiene en marcha, desde comienzos de julio, un proceso de
consulta, orientado a definir las reformas del marco legislativo actual, que
comprende dos piezas básicas: las líneas directrices de 1994 sobre evaluación
de ayudas al sector aéreo y las de 2005 sobre financiación de aeropuertos y
subvenciones de Estado para las compañías que operan en aeropuertos regionales.
El objetivo confesado no es otro que el de acabar con las ayudas públicas a los
aeropuertos no rentables y dar término a la competencia desleal que las
compañías "low cost", como la ya citada Ryanair o EasyJet, ejercen sobre
las compañías tradicionales.
Bruselas
se propone prohibir las ayudas a los aeropuertos que detenten un tráfico
superior a los 5 millones de pasajeros por año (71), ofrecer un plazo máximo de
10 años para las ayudas al funcionamiento de las instalaciones portuarias, al
término de los cuales estas deberán extinguirse completamente, y limitar a 24
meses y al 50 por ciento las subvenciones a las nuevas conexiones aéreas.
La
toma de posiciones de la Comisión ha desencadenado airadas protestas de la
Asociación Europea de compañías aéreas regionales y de la Asamblea de las
Regiones de Europa. Bruselas sigue pensando que la política de ayudas de Estado
a los aeropuertos regionales seguida hasta ahora constituye un saco sin fondo
que no genera los retornos económicos esperados. Mientras, Michael O'Leary, director
general de Ryanair, acusa a los "burócratas" de la Comisión de
imponer un modelo "comunista para regular el nivel de tasas y la
competencia, pero que no funciona"
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