Real Time Web Analytics Bruselas10: Sibilas, oráculos y videntes

lunes, 19 de marzo de 2012

Sibilas, oráculos y videntes

Ruinas de Delfos

Anticipar el futuro siempre ha sido un ejercicio comprometido. Lo sabían bien los oráculos, las sibilas y las pitonisas de la Grecia clásica, que mandaban al peregrino a contar la longitud de los pelos de las ovejas a la luz de la luna, para anticipar el signo del oleaje en la marea siguiente y su profundidad. Ergo, la potencia de la armada de trirremes que finalmente arribaría a la costa y arramblaría con todo. Y si la profecía no funcionaba, la culpa la tenía el que medía el pelo, que no había estado fino.

En nuestros días, al depositario de la revelación le dejan poco margen para interpretar: viene el Fondo Monetario Internacional y te dice que tres cuartillos de punto y a correr. Lo malo, y en esto nuestra civilización es mucho menos austera que la de nuestros referentes clásicos, es que no sólo nos viene un vidente a contarnos el futuro, sino toda una legión de ellos: el FMI, la Comisión europea, la OCDE, los servicios de estudios de los bancos o de las cajas de ahorros, los institutos económicos (alemanes o no) y hasta consultoras de distinto signo. Nadie va a buscar el saber del vidente, como en Delfos; vienen ellos a ofrecértelo, y en pelotón. Y te dicen lo de los tres cuartillos o los de los dos cuartillos y tres cuartos, (¡fíjate, qué pesimistas!) o lo de los “escenarios” y las “horquillas”, todo ello con gran gravedad. Y el mundo enloquece porque no pocos de quienes lo dirigen se pasan media semana analizando las encuestas de voto y la otra media dándole vueltas al cuartillo. Con las unas y el otro construyen las ruedas de prensa y terminan agotados. No es de extrañar.

En la Grecia clásica, las profecías no fallaban nunca; los que erraban eran sus destinatarios, garrulos ellos, porque no las descifraban bien. Los oráculos de nuestros días, anglosajones prácticos y directos, bien distintos de sus laberínticos ancestros mediterráneos, eliminan el riesgo de que el cliente interprete mal y nos anticipan el número de trirremes que llegarán a la vuelta de unas pocas horas a la costa y su carga de energúmenos. Suele empezar el FMI y le siguen, poco después, la Comisión europea y la OCDE, y otras instituciones, públicas y privadas, en un carrusel de subidas y bajadas que se repite varias veces al año. Cuando el primero en pronunciarse dice que el carrusel sube, todos los demás le copian y cuando va para abajo, el pelotón se precipita ciegamente hacia el abismo. Este seguidismo tiene sus ventajas: equivocado uno, equivocados todos, como sucedió poco antes de la crisis de las subprime, cuando nadie barruntaba la que se nos venía encima y todos se las prometían felices. Ya sabemos de qué va esto.

Por eso, cuando en entre el griterío de los videntes se deja oír una voz disonante, hay que prestarle atención. El desafinado ha venido esta semana de la OCDE, que ha cantado un posible cambio de tendencia en el ciclo basándose en unos sofisticados indicadores compuestos, los CLIs o Composite Leading Indicators. Miden, los CLIs estos, las fluctuaciones de la actividad económica en torno al potencial de crecimiento, y presentan una onda que sube y baja a lo largo de un eje, (el citado potencial). Del análisis de la amplitud de la última curva, los oráculos de la OCDE deducen que podría estar armándose una recuperación. Incluso en el conjunto de la Eurozona, España incluida.

El gráfico de la OCDE que revela -dicen- el cambio de tendencia


No hace falta perderse en los arcanos de la Econometría para percibir que el aire trae aromas nuevos: Grecia ha terminado con la restructuración de su deuda, un trabajo hercúleo ese y el FMI le vaticina una salida de la recesión para 2013; el sistema financiero europeo dispone de una liquidez (BCE mediante) considerable; Estados Unidos tira de la máquina, como corresponde en todo año electoral; y las bolsas, en fin, suben. Por lo demás, la economía alemana va bien. Verdad es que quienes la pilotan no facilitan todavía el consumo. Temen, quizás, que los cambios profundos adoptados por varios países, como España, no terminen consolidándose, a falta de razones imperiosas como las que los han  justificado e impuesto.  Pero eso puede cambiar con la marea, cuando se perciba que esos cambios son irreversibles.

En fin, que hay motivos para el optimismo, aunque España tenga todavía que afianzar su nuevo modelo. Pero si el entorno va mejor, se producirá el tirón. El que nuestra clase gobernante espera anhelante.

1 comentario:

  1. Ojalá esos indicios se consolidden! Dicen que no hay mal que 100 años dure...pero no sé si los españolitos podríamos resistir otros tres o cuatro años como estamos. Un saludo: emilio

    ResponderEliminar

Real Time Analytics