Los socios meridionales del euro han sufrido por la indecisión de Grecia |
Por
fin ha habido acuerdo sobre el segundo paquete de rescate de Grecia. Lo han cerrado esta
madrugada los ministros del Eurogrupo, reunidos en Bruselas con representantes
del FMI, el Banco Central Europeo y la banca privada que adquirió bonos griegos
en su día, y que va a tener que contribuir al saneamiento de las cuentas del
país con una quita del 53,5%. Se
traduce esta, en términos reales, en un 70%, según una nota hecha pública por
el comité de acreedores privados de Grecia. Entre nuevos créditos y quita, la
operación alcanza 237.000 millones de euros, 39,4 billones de las antiguas
pesetas, que se suman a los 110.000 millones (18,3 billones de aquellas
pesetas), ya comprometidos y entregados en el primer plan de rescate, acordado
en mayo de 2010. Y se dice ahora que el país podría requerir otros 50.000 millones en 2014.
Se
trata, sin duda, de una noticia muy importante, pues el acuerdo va a cerrar un
frente borrascoso cuyas influencias perniciosas se dejaban sentir en toda Europa
y aún más allá. Salvo obstáculos artificiales de nuevo cuño (estoy pensando en alarmas
gratuitas de las agencias de calificación de riesgo y otras maniobras sucias
del género), la crisis de la deuda debería entrar ahora en un proceso de
apaciguamiento, primero, y de disolución después.
La
operación financiera aprobada esta madrugada conlleva una reducción de la deuda
griega de 107.000 millones de euros, un volumen este sin precedentes en la
historia moderna de la financiación de países, que supera la experiencia de
Argentina. Se trata de una respuesta extremadamente sólida de Europa a la
crisis de uno de sus socios, a pesar de que el problema se lo ha creado él
mismo, y de que, consciente de su existencia, lo negó y ocultó con engaños a la
Comisión y a sus compañeros de la Unión Monetaria.
Las
autoridades griegas, como contraprestación a estas ayudas que salvan al país de
la bancarrota, van a tener que transigir con la presencia de una delegación permanente
de la troika en Atenas, que se va a encargar
de supervisar el uso que se haga de estos fondos. No es una humillación
gratuita: los socios europeos no se fían de Grecia y los contribuyentes, que
hacen posible este paquete de ayudas con sus impuestos, reclaman garantías de que no habrá
malversaciones con ellas. Por lo demás, no se trata de un fenómeno nuevo: los
acreedores de Grecia, esencialmente Alemania, Francia y el Reino Unido, recurrieron
a esta figura a finales del XIX, cuando el país entró en quiebra y tuvo que ser
rescatado. Los representantes permanentes de aquella troika permanecieron en Atenas
entre 1897 y 1936.
La decisión de hoy del Eurogrupo y de los acreedores privados no resuelve los problemas que la crisis ha ocasionado a los griegos. En realidad, al país y a sus ciudadanos les esperan largos años de sacrificios, antes de que comiencen a recuperar las posiciones perdidas. Para ello, además, deberán edificar una sociedad basada en los estándares de sus pares europeos, que en buena medida no aplican, a pesar de beneficiarse ampliamente de las ventajas que le reporta su permanencia en la UE.
Grecia
es el ejemplo de lo que un país no se puede permitir. Varias generaciones de
políticos mediocres y corruptos han llevado a la nación a la ruina. Las
pequeñas y grandes lenidades cotidianas han levantado una montaña de costosos disparates
que las instituciones internacionales tienen que demoler en pocas semanas, con
todo lo que eso supone. El adelgazamiento forzado de un Estado es lo que
estamos viendo estos días en Grecia: despidos de funcionarios, desaparición de
servicios, recortes en educación y sanidad, abolición de privilegios injustificables en
una sociedad moderna, y todo ello sin miramientos, es lo que cabe esperar
cuando son otros los que tienen que hacer en pocos días los deberes que tú has esquivado
tanto tiempo. Un informe sobre el uso dado a los 360.000 millones de euros
de deuda acumulados por Grecia estos 30 últimos años, publicado en Francia y citado
por Le Figaro, revela que, en su mayor parte, ese dinero ha sido empleado en
gastos corrientes. De 258.500 millones de deuda que el Estado acumuló en 20
años, 225.000 correspondían a intereses y 33.000 a déficit presupuestario “primario”
(el constatado antes del abono de intereses de la deuda), lo que quiere decir
que Grecia se endeudó imprudentemente para financiar un prodigioso desequilibrio entre ingresos
y gastos. ¿Cuáles? Pues miren: por ejemplo, entre 1976 y 2009 el número de funcionarios
públicos aumentó en un 150%, cuando en el sector privado crecía un 34% en el
mismo periodo. Y los salarios crecieron también mucho más rápido en el sector
público que en el privado: el 118% el de los funcionarios entre 1995 y 2006,
que fue del 157% en las empresas públicas, frente al 82% experimentado en el
sector privado.
Los griegos
indignados que salen a la calle estos días y queman edificios deberían ser
conscientes de que su enemigo no es Europa, que les ha arreglado una muy complicada operación
de refinanciación de deuda y forzado una quita muy importante de sus
acreedores privados. Al enemigo lo tienen en casa.
No olvidemos tampoco el altísimo gasto militar de ese país...
ResponderEliminarPor decisión de las autoridades griegas
ResponderEliminar