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jueves, 4 de octubre de 2012

Fireworks



Ando abrasado por los fuegos de España, los políticos y los otros. De estos últimos, de las hogueras del verano, vengo a hablarles hoy. Lo hago consciente de que, al haberme retrasado unos días en afrontar el tema, tenemos a una parte de la geografía nacional bajo las aguas. Los del periodismo fenomenológico, ayer fuego, hoy lluvia, mañana nieve, no caben de gozo. Qué mina para el telediario.

Pues el caso es que yo no alcanzo a comprender cómo es posible que a un país como el nuestro se le queme en tres décadas una décima parte de todo su territorio. Eso es lo que revelan unas estadísticas que van a ser hechas públicas un día de estos en Bruselas, no sé exactamente cuándo. De 1980 a 2010 han quedado reducidas a pavesas en España ni más ni menos que cinco millones, trescientas sesenta y ocho mil, doscientas veintisiete hectáreas, de los 50,4 millones de que consta el territorio nacional. Lo dicho: del orden de un 10 por ciento.

Viendo lo que está pasando estos días con el proyectado “banco malo”,  me pregunto cómo es posible que se haya abusado tan impunemente de la gente, a la que, primero, se la privó de bosques para hacer sitio al ladrillo y ahora se la obliga a pagar, con impuestos, la ruinosa financiación de no pocos proyectos brotados de las cenizas de la pinocha, no precisamente como si de un ave Fénix se tratara, y de su no menos ruinosa colocación en el mercado. Porque convenido está que la mayor parte de los incendios forestales son intencionados, criminales o no, y que los aprovechamientos urbanísticos de los nuevos yermos estuvieron en el origen de no pocos de aquellos fuegos. Por algo la ley prohíbe construir en ellos ahora; no ha sido así siempre. No parece aventurado aseverar que las chispas de ayer trajeron los lodos de hoy.



Hace ya muchos años, cuando comenzaba en esto del Periodismo, conocí a un personaje singular, Juan Mugarza, que estaba al tanto de todos los misterios de los bosques vascos. Llegué a él llevado por la curiosidad, en una época en la que, un día sí y otro también, ardía un bosque en lo que todavía no era la Comunidad Autónoma Vasca. Por aquel entonces, el ministerio de Agricultura había acuñado un eslogan feliz para concienciar a la ciudadanía sobre la necesidad de proteger las masas forestales: “Cuando un monte se quema, algo suyo se quema” decía el cartel, al que un semanario satírico añadió aquello de “señor conde”, con lo que la campaña se fue al garete.

Supe, por Mugarza, de historias truculentas que darían para series televisivas enteras: de odios atávicos entre agricultores y ganaderos, de torvas animosidades vecinales, de empresarios sin escrúpulos, de propietarios forestales desaprensivos. Nada que se pudiera probar; nada se publicó.

Pero guardo el recuerdo de cómo Juan me contaba que se quemaban los bosques: disponiendo en lugares estratégicos culos de botellas rotas que actuaban como lupas en momentos determinados de periplo solar por los cielos o, incluso, introduciendo colillas de cigarrillos encendidas en mierda de vaca seca. La boñiga se dejaba allá donde más daño podía hacer una vez prendida, y el pirómano abandonaba con total seguridad el lugar del crimen porque la llama tardaba en aflorar.

Canalladas de este género son muy difíciles de descubrir “in situ”, cuando están puestas en marcha; hay que afrontarlas en origen, con una investigación detallada de los intereses que sobrevuelan las zonas comprometidas, el seguimiento discreto de los pirómanos y otras prevenciones que la Guardia Civil maneja bien.

La magnitud del problema parece mostrar que la política seguida hasta ahora no ha sido eficaz para contenerlo. Lo único que sobrevuela esas zonas conflictivas todos los veranos son los helicópteros y Canadairs apagafuegos, que ofrecen buenas imágenes para el telediario, pero que no ocultan el fracaso de toda una comunidad en la contención de uno de sus males más vergonzosos.

(El último informe del EFFIS -European Forest Fire Information System, lo encontrarán aquí: http://www.scribd.com/doc/108959042/incendios-forestales)

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