Real Time Web Analytics Bruselas10: En Grecia, al enemigo lo tienen dentro

martes, 21 de febrero de 2012

En Grecia, al enemigo lo tienen dentro


Los socios meridionales del euro han sufrido por la indecisión de Grecia

Por fin ha habido acuerdo sobre el segundo paquete  de rescate de Grecia. Lo han cerrado esta madrugada los ministros del Eurogrupo, reunidos en Bruselas con representantes del FMI, el Banco Central Europeo y la banca privada que adquirió bonos griegos en su día, y que va a tener que contribuir al saneamiento de las cuentas del país con una quita del 53,5%. Se traduce esta, en términos reales, en un 70%, según una nota hecha pública por el comité de acreedores privados de Grecia. Entre nuevos créditos y quita, la operación alcanza 237.000 millones de euros, 39,4 billones de las antiguas pesetas, que se suman a los 110.000 millones (18,3 billones de aquellas pesetas), ya comprometidos y entregados en el primer plan de rescate, acordado en mayo de 2010. Y se dice ahora que el país podría requerir otros 50.000 millones en 2014. 

Se trata, sin duda, de una noticia muy importante, pues el acuerdo va a cerrar un frente borrascoso cuyas influencias perniciosas se dejaban sentir en toda Europa y aún más allá. Salvo obstáculos artificiales de nuevo cuño (estoy pensando en alarmas gratuitas de las agencias de calificación de riesgo y otras maniobras sucias del género), la crisis de la deuda debería entrar ahora en un proceso de apaciguamiento, primero, y de disolución después.

La operación financiera aprobada esta madrugada conlleva una reducción de la deuda griega de 107.000 millones de euros, un volumen este sin precedentes en la historia moderna de la financiación de países, que supera la experiencia de Argentina. Se trata de una respuesta extremadamente sólida de Europa a la crisis de uno de sus socios, a pesar de que el problema se lo ha creado él mismo, y de que, consciente de su existencia, lo negó y ocultó con engaños a la Comisión y a sus compañeros de la Unión Monetaria.

Las autoridades griegas, como contraprestación a estas ayudas que salvan al país de la bancarrota, van a tener que transigir con la presencia de una delegación permanente de la troika en Atenas, que se va a encargar de supervisar el uso que se haga de estos fondos. No es una humillación gratuita: los socios europeos no se fían de Grecia y los contribuyentes, que hacen posible este paquete de ayudas con sus impuestos,  reclaman garantías de que no habrá malversaciones con ellas. Por lo demás, no se trata de un fenómeno nuevo: los acreedores de Grecia, esencialmente Alemania, Francia y el Reino Unido, recurrieron a esta figura a finales del XIX, cuando el país entró en quiebra y tuvo que ser rescatado. Los representantes permanentes de aquella troika permanecieron en Atenas entre 1897 y 1936.

La decisión de hoy del Eurogrupo y de los acreedores privados no resuelve los problemas que la crisis ha ocasionado a los griegos. En realidad,  al país y a sus ciudadanos les esperan largos años de sacrificios, antes de que comiencen a recuperar las posiciones perdidas. Para ello, además, deberán edificar una sociedad basada en los estándares de sus pares europeos, que en buena medida no aplican, a pesar de beneficiarse ampliamente de las ventajas que le reporta su permanencia en la UE.

Grecia es el ejemplo de lo que un país no se puede permitir. Varias generaciones de políticos mediocres y corruptos han llevado a la nación a la ruina. Las pequeñas y grandes lenidades cotidianas han levantado una montaña de costosos disparates que las instituciones internacionales tienen que demoler en pocas semanas, con todo lo que eso supone. El adelgazamiento forzado de un Estado es lo que estamos viendo estos días en Grecia: despidos de funcionarios, desaparición de servicios, recortes en educación y sanidad, abolición de privilegios injustificables en una sociedad moderna, y todo ello sin miramientos, es lo que cabe esperar cuando son otros los que tienen que hacer en pocos días los deberes que tú has esquivado tanto tiempo. Un informe sobre el uso dado a los 360.000 millones de euros de deuda acumulados por Grecia estos 30 últimos años, publicado en Francia y citado por Le Figaro, revela que, en su mayor parte, ese dinero ha sido empleado en gastos corrientes. De 258.500 millones de deuda que el Estado acumuló en 20 años, 225.000 correspondían a intereses y 33.000 a déficit presupuestario “primario” (el constatado antes del abono de intereses de la deuda), lo que quiere decir que Grecia se endeudó imprudentemente para financiar un prodigioso desequilibrio entre ingresos y gastos. ¿Cuáles? Pues miren: por ejemplo, entre 1976 y 2009 el número de funcionarios públicos aumentó en un 150%, cuando en el sector privado crecía un 34% en el mismo periodo. Y los salarios crecieron también mucho más rápido en el sector público que en el privado: el 118% el de los funcionarios entre 1995 y 2006, que fue del 157% en las empresas públicas, frente al 82% experimentado en el sector privado.

Los griegos indignados que salen a la calle estos días y queman edificios deberían ser conscientes de que su enemigo no es Europa, que les ha arreglado una muy complicada operación de refinanciación de deuda  y forzado una quita muy importante de sus acreedores privados. Al enemigo lo tienen en casa. 

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