La Europa desvertebrada, tal y como la vio la presidencia euroescéptica checa en 2009. Foto: F. Pescador |
En Bruselas están pasando cosas muy interesantes que los
focos de la actualidad no alcanzan a resaltar porque están demasiado
concentrados en el brillo del dinero. Se trata de la reforma de los
Tratados de la UE para dar cabida a la que ahora se llama la 'regla de
oro' de la Unión Monetaria: la obligación -exigible- de no presupuestar
por encima de un déficit del 3% del PIB, y todo lo que esa exigencia
llevaría emparejado: judicialización de la acción presupuestaria
nacional, mecanismos automáticos de corrección de la tendencia,
intervención de las instancias supranacionales (Comisión europea) en el
proceso, etc.
Recuerden: en diciembre pasado, una cumbre de jefes de
Estado o de Gobierno decidió ir adelante con lo que se denomina la
'unión fiscal' de la UE. Su traducción más aparente es la
'constitucionalización' del rigor presupuestario, a cambio de lo cual
las principales economías de la UE -luego la alemana-, ampliaban un poco
más la liquidez del Fondo Monetario Internacional y Draghi obtenía más
margen para inyectar dinero en el sistema financiero. Los cambios
tendrían que verse reflejados en un nuevo Tratado, que será aprobado
antes de marzo. El Reino Unido se opuso y boicoteó inicialmente la
refinanciación del FMI, pero ahora está reconsiderando su negativa,
entre otras razones porque la proyectada revisión del Tratado, que
supervisa de cerca a pesar de haberse declarado oficialmente al margen,
no le va mal.
Las negociaciones las están protagonizando personal
esencialmente técnico, representantes de los Tesoros nacionales y altos
diplomáticos, que han avanzado mucho en la definición del nuevo texto.
Se ha llegado, sin embargo, al núcleo de la cuestión, que no es otro,
una vez más, que la soberanía nacional. El problema se enuncia en estos
términos: ¿cómo admitir que una institución de raíces no democráticas,
tal que la Comisión europea, pueda llevar a un país de gobernantes
elegidos democráticamente ante la Justicia europea porque interprete
esta que la traducción constitucional de la 'regla de oro' no se atiene
al Tratado?
No es una discusión fútil. Sintetiza las posiciones más
antagonistas de la construcción europea, en torno a Francia (que se
niega a la judicialización del proceso) y a Alemania (que quiere las
cosas simples y a la Comisión europea interviniendo de oficio). Se
trata, a fin de cuentas, de ceder la soberanía presupuestaria (que nada
tiene que ver con la monetaria, ya concedida al BCE por los países del
euro) o no.
La bronca amenaza con devenir monumental, a poco que las
posiciones se enconen y terminen saliendo a la luz. Hasta ahora, con el
lío de los mercados monetarios de por medio, la han puesto sordina para
que la cosa no llame demasiado la atención, pero está a punto de saltar
a la palestra. A fin de cuentas, la cumbre europea prevista para el 30
de este mes debería dar un primer visto bueno al proyecto de nuevo
Tratado.
Entre tanta dificultad, la irrupción de las autonomías
españolas en el debate, aunque a escala nacional, no deja de sorprender.
Los Estados de la UE están discutiendo la cesión de la soberanía
presupuestaria, pero las autonomías quieren preservar las suyas propias
(o las que interpretan como propias).
A mí, el debate me recuerda a aquello de la independencia
fiscal vasca y su autonomía normativa. Miren en lo que quedó. Como
quedará éste cuando se asuma que las potencialidades presupuestarias
autonómicas se enmarcan en la general del Estado, quien responde
constitucionalmente ante Bruselas.
Y eso de que sea Bruselas quien supervise directamente
las cuentas de las autonomías suena a broma. Pues sí que está la
Comisión para recibir más papeles que los que jurídicamente está obligada a digerir.
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