Real Time Web Analytics Bruselas10: Ambiciones que no vuelan

martes, 11 de octubre de 2011

Ambiciones que no vuelan


La consultora McKinsey ha hecho público un informe según el cual el proyecto de nuevo control de tráfico aéreo en Europa, conocido por el acrónimo SESAR (Single European Sky ATM Research), acrecentaría el PIB conjunto comunitario en un 0,16% (419.000 millones de euros) durante el periodo 2013-2030. El 41% de esos beneficios lo generaría SESAR directamente, mientras que el 59% restante habría de derivarse del impacto del proyecto en proveedores y terceros. La creación de puestos de trabajo la cifra McKinsey en 328.000, 42.000 de ellos en la industria aeronáutica, 116.000 más en empleo indirecto y 170.000 por efectos inducidos.
Para los pasajeros, SESAR supondrá un recorte de los tiempos de vuelo del 10% o 9 minutos en cada uno de ellos, por término medio claro está, así como una reducción a la mitad de las cancelaciones y retrasos actuales, y una mejor predictibilidad de aterrizajes y despegues. La seguridad, en términos globales, se vería acrecentada.
Las estimaciones de McKinsey resultan especialmente llamativas si se contemplan a la luz de la evolución anunciada del tráfico aéreo en el medio y largo plazo. Eurocontrol, el organismo que gestiona los flujos aéreos por Europa, calcula que de ahora a 2030, el tráfico por los cielos europeos aumentará un 70%.
La Unión Europea y sus países asociados ya están gastando dinero en este programa, que fue aprobado en 2004. Se encuentra en ejecución un presupuesto de 2.100 millones de euros, que han sido comprometidos a partes iguales por la Comisión europea, Eurocontrol y los Estados miembros de la UE. Cubre, este presupuesto, hasta 2016. Después se pasa a la velocidad superior, con nuevas aportaciones públicas (otros 3.000 millones que reclama la Comisión en el marco de las nuevas Perspectivas Financieras 2014-2021), así como inversiones públicas y privadas adicionales muy importantes. Sólo la adaptación de la aviación militar de los países miembros de la UE a los nuevos instrumentos de navegación aérea está presupuestada en 7.000 millones. El costo total del programa asciende a 30.000 millones.
La crisis financiera está trastocando todos estos planes. Los Estados miembros intentan conseguir el apoyo de la iniciativa privada, y esta reclama garantías de resarcimiento si, por lo que sea, los rendimientos del sistema no son los esperados a todo lo largo de su implementación. El compromiso con esas garantías y su reparto entre los Estados miembros plantea dificultades mayores en estos momentos.
En el actual clima de restricciones de gasto, las dificultades inherentes a un proyecto de esta complejidad y dimensiones hacen temer a los responsables ejecutivos de SESAR que el proyecto esté en peligro; que termine perdiendo la prioridad que Europa la ha acordado hasta ahora. Un retraso de 10 años en el desarrollo del nuevo ATM europeo le permitiría a los norteamericanos, actualmente embarcados en garantizar la cobertura de radar de larga distancia en todo su territorio, desplegar su potencial tecnológico en el nuevo ATM digital. Con ello, Europa habría perdido su oportunidad. SESAR pretende sustituir a medio plazo, hacia 2020, las técnicas y procedimientos de navegación aérea actuales, basados en muchos casos en tecnologías de datan de mediados del pasado siglo, de género analógico, por otras digitales. Los nuevos equipos permitirán triplicar la capacidad del espacio aéreo y abaratar extraordinariamente los costos operacionales de las compañías aéreas, cuyos aviones no se verán constreñidos a los clásicos corredores aéreos para alcanzar sus destinos.
Las pérdidas que calcula McKinsey para la economía europea si SESAR no evoluciona según lo previsto son considerables. Si las diferentes partes del programa no entran en funcionamiento simultáneamente, las deseconomías serían de 62.000 millones en un menor crecimiento del PIB que el previsto, 72.000 puestos de trabajo menos y un recorte de emisiones de CO2 a la atmósfera 35 millones de toneladas por debajo de los 50 millones previstos.
El retraso del 10 años, en fin, costaría 124 millones en términos de crecimiento de PIB, no se crearían 189.000 puestos de trabajo y las reducciones de CO2 se verían anuladas.
Los políticos tienen la responsabilidad de administrar los recursos disponibles, en función de las prioridades que ellos mismos aciertan a definir, en base a los equilibrios que consideran necesario preservar o imponer  en nuestras sociedades. Hoy les he transmitido un ejemplo de cómo las torpezas (políticas, financieras), de unos pocos, pueden comprometer apreciablemente el bienestar de todos. Y en el largo plazo.
(El informe McKinsey, en inglés, está aquí: http://www.scribd.com/doc/68386623/Sesar-Mckinsey-Full)

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