No sé ustedes pero yo estoy bastante
sorprendido por los meandros por lo que las clases políticas de los países en
crisis se ponen a navegar, cuando la presión internacional arrecia. Porque, si
Grecia no tiene dinero para pagar los sueldos de sus funcionarios ni las
pensiones de sus clases pasivas, ¿qué han negociado tan intensamente estos días
atrás el Pasok (el partido del primer ministro saliente, Yorgos Papandreu) y la
Nueva Democracia de Antonis Samaras? ¿Y por qué se empeña Silvio Berlusconi en
aferrarse al poder? ¿Pero es que no percibe este personaje que la credibilidad
de Italia, muy comprometida en los foros internacionales, se ve aún más dañada
por un empecinamiento, el suyo, que es percibido comúnmente ya como una
gesticulación gratuita y estéril?
Da la impresión de que, en Grecia, la clase
política está al "sálvese quien pueda", mientras que en Italia,
Silvio anda más bien por el "esperad a que me salve yo y después os
apañáis como mejor os venga". Esa es la conclusión que cabe extraer sin
grandes dificultades en el primero de los casos; si los conservadores de Nueva
Democracia (los que falsearon la estadística de Grecia para entrar en el euro)
no apoyaban los ajustes propuestos por Papandreu, después de haberlos negociado
este con la Unión Europea y el FMI, (¿qué margen había ahí?), es porque querían
gestionarlos ellos mismos. ¿Con qué fines? ¿Los del bien común que no han
respetado hasta ahora, o los suyos
propios?.
Lo de los partidos políticos griegos
semeja, al menos a mí me lo parece, a lo que
sucedió en Portugal con el socialista Sócrates y la oposición
conservadora de Pedro Passos Coehlo. En uno y otro caso, esa oposición ha
conseguido auparse al poder, en el caso griego por la puerta de atrás, mediante
un denominado "gobierno de concentración" nacional. Pero ¿cabe creer
que quenes han contribuido tan activamente a la postración extrema en la que
Grecia (y Portugal) se encuentran, vayan a trabajar acertadamente ahora para
sacarlas de ese estado?
En Italia, el presidente del Consejo de
Ministros (que así se denomina oficialmente el cargo) parece vivir
completamente aislado de la realidad. Vamos a decirlo así. El hombre más rico
de tan rico país, que viene exhibiendo estos últimos años en un escaparate público de
farolillos rojos y luz negra una
senectud indecorosa y lasciva, parece pensar que Europa, Estados Unidos y el
Fondo Monetario Internacional son tan maleables como su Parlamento, al que ha
arrancado una y otra vez, con triquiñuelas clientelistas, leyes y decretos que le han permitido escapar de los
tribunales. Si con sus dilaciones (la última hasta las elecciones de febrero)
espera que los tiempos se calmen para comprar su sucesión, se equivoca. Merkel
y Sarkozy no le dan ya más crédito y las agencias de calificación y los
mercados financieros tampoco.
Y unos y otros, que quieren que les diga, tienen
razón. Italia, con Belusconi ahora, antes con otros, lleva demasiado tiempo sin
acometer reformas muy importantes para contener el derroche de gasto público y
ya no despierta confianza. Lástima que la credibilidad de un individuo esté llevando al hoyo a la cuarta economía de la Eurozona, miembro de pleno derecho del G7. La canciller y el presidente francés sonrieron
cuando les preguntaron, en la última cumbre europea, si creían en la
determinación de Berlusconi por poner en orden las cuentas públicas del país.
El FMI y la Comisión europea se van a ocupar de eso: el Financial Times citaba
ayer un documento de los inspectores internacionales desplazados a Italia en el
que se reclama una lista de propiedades del gobierno que puedan ser puestas en
venta, a fin de aumentar en 5.000 millones la reducción anual de la deuda
pública emitida por Roma (cerca de 2 billones de euros), porque consta ya que
Italia no va a cumplir con sus objetivos de déficit en 2012 y 2013.
Lo más lamentable de esta historia es que
la economía italiana no amenaza quiebra. Está diversificada y es grande, los
déficits anuales son pequeños y cuenta con un sector bancario sólido.
Más que una crisis de la deuda, me parece
que lo que verdaderamente ha entrado en barrena, en Europa, es una cierta
manera de hacer política.
Les dejo el vídeo de aquella patochada de
Berlusconi, en la cumbre del 60 aniversario de la OTAN, en el puente que une
Estrasburgo y Kehl, cuando despreció a los anfitriones haciéndoles esperar
mientras hablaba por teléfono. ¿Con quién?
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