He seguido con curiosidad la avalancha de informaciones que se ha adueñado de la páginas impresas y de los minutados de televisión, estos día atrás, sobre eso que algunos denominan la "violencia de género" y que a mí me parece violencia a secas. Sí, ya sé que en ciertos ámbitos molesta la útilización del sustantivo genérico, sin calificativo, pero yo soy de los que desconfían de esas doctrinas oficiales que aparecen arrasando desde los cuatro puntos cardinales, como si fueran las nuevas plagas de nuestra moderna modernidad. Y esta lo es.
Si interpretáramos la catarata de noticias de estos días pasados a la luz del viejo -y sabio- principio de Proporcionalidad, tendríamos que concluir que España es un país de machistas violentos. La enorme profusión de estas temáticas en los medios informativos hablaría, a la luz de las provisiones del principio en cuestión, de una sociedad malsana, violenta y despreciativa con las mujeres.
Bueno, pues resulta que no es así. El otro día, coincidiendo con la jornada mundial que el departamento de Naciones Unidas que dirije la actual jefa de Bibiana Aido, Michelle Bachelet, dedicaba a esto de la violencia (de género, igual si la cosa iba de violencia a secas habría que tratarlo como un asunto judicial, y las dos se quedaban sin trabajo), me puse a buscar estadísticas y descubrí cosas asombrosas. Por ejemplo, que en 2010, en Francia, murieron un total de 173 personas (146 mujeres y 28 hombres) por disputas de raíz doméstica cuando en España, las cifras correspondientes ascendieron ese año a 80 personas, 73 de ellas mujeres, según datos del último informe del Observatorio de Violencia de Género. Y si tomamos en cuenta el censo femenino de ambos países ese 2010, (33,4 y 23,3 millones, respectivamente), encontramos que en nuestro vecino murió ese año una de cada 228.000 mujeres, mientras que en España fue una de cada 319.000. A la luz de la estadística, los franceses son mucho más violentos con las mujeres.
Pero es que, además, se sabía (no yo, lo he descubierto buscando estos datos) que España no es un país particularmente machista. Un informe del Instituto Universitario para el estudio de la Violencia del Centro Reina Sofía, que incluye datos hasta 2006, sitúa a nuestro país por detrás de Austria, Finlandia, Estados Unidos, Francia, el Reino Unido, Noruega o Italia en este tema. Y si en el cómputo se incluye a países de América Latina, el presunto machismo de los españoles se diluye en los últimos puestos de la lista. Del informe en cuestión viene al gráfico que les adjunto.
La violencia de un hombre contra una mujer es vergonzosa e indignante; no admite paliativos. Se ejerce en un ámbito en el que la mujer se confía. Es una violencia que debe ser combatida a todos los niveles: educativos, preventivos, coercitivos y punitivos. Pero de eso a presentar un día sí y otro también a la sociedad española como una banda de crápulas y sátiros hay un abismo.
Y eso, exactamente, es lo que se está haciendo.
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