Real Time Web Analytics Bruselas10: Con Papandreu llegó el Escándalo

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Con Papandreu llegó el Escándalo



Europa y las otras economías desarrolladas del planeta viven con con zozobra la evolución de los acontecimientos griegos. Yo les traigo aquí un reportaje que publiqué en junio de 1989, cuando el país vivía convulsionado por una cadena de escándalos que comprometían el prestigio de sus gobernantes. De entonces ahora las cosas no han cambiado mucho: Grecia es un Estado atípico que arrastra una subsistencia mediocre separado de las tendencias básicas de su entorno.
(Nota: El Papandreu del que se habla aquí no es el actual primer ministro de Grecia, sino su padre)

                                                                     



Portada del libro del 
que hablo más abajo.

Eros, según Orfeo y sus seguidores, fue en la mitología griega el creador del mundo. Salió de un huevo de plata que su madre, Noche, había depositado en un nido de profunda Oscuridad, después de haber sido fecundada por Viento. Dimitra Liani, -Mimi-, no tiene alas doradas como Eros, pero sí una melena leonada que domina, desde su metro ochenta de estatura, los quehaceres de su amante, Andreas. En su augusta senectud, el primer ministro griego intenta hoy perpetuarse en el poder, en unas Legislativas a las que el país llega airado por los vientos que su líder principal ha bebido a sus 70 años, y por un escándalo financiero
de dimensiones colosales, que ha llevado ya a prisión a una docena larga de colaboradores del carismático Papandreu. A la espera de los resultados electorales, Grecia vive sumida en la oscuridad, esperando que un nuevo Eros, si posible fuera menos libidinoso, rompa el huevo, y haga la luz en medio de toda la miseria acumulada tras varios meses de sobresaltos.

ATENAS. Cuando salió de su confinamiento, el dios griego del amor dejó tras de sí el Caos, y Papandreu va camino de hacer lo mismo, aun cuando su emblema reproduzca un sol naciente en color verde-esperanza, que para sus adversarios es, claro, poniente, en estos comicios en los que se elige al tiempo a los 300 representantes del Parlamento nacional, y a los 24 diputados de la Cámara Europea.

Grecia vota hoy convulsionada por tres escándalos que, consecutivamente, han venido sacudiendo los cimientos del país desde hace ya una decena de meses: las turbias operaciones de un banquero ambicioso, George Koskotas, actualmente en prisión en EE.UU., que declara haber malversado 230 millones de dólares del Banco de Creta, -el suyo-, para engordar los bolsillos de líderes del Pasok, (Movimiento Socialista Panhelénico, el partido fundado por Papandreu), y del mismísimo primer ministro; las acusaciones
de Stathis Yiotas, que fue ministro de Defensa hasta el pasado diciembre, quien asegura haberse visto obligado, por la cúpula de asesores de Papandreu, a vender armas a países contendientes o sometidos a embargo, como Irán, Irak y Suráfrica; y, en fin, por la tormentosa vida sentimental del mismo Papandreu, aferrado, en lo que parece ser un enamoramiento tan senil como espectacular, a una opulenta ex-azafata de Olimpic Airways, que en el pasado no tuvo demasiadas precauciones por ocultar sus muy aparentes
encantos, y que ahora los encuentra reproducidos a cuatro colores, un día sí y otro también, en las portadas de la prensa sensacionalista de este país.

Es tal el desconcierto en el que este conjunto de acontecimientos ha sumido a la ciudadanía local, que los dos principales partidos opositores al Pasok, la "Nueva Democracia" de Constantino Mitsotakis, heredero ideológico de Karamanlis, y la "Coalición Inquierda y Progreso", dirigida por el comunista Leónidas Kyrkos, han hecho pivotar sus respectivas campañas en torno a la katharsys, la limpieza, que el conjunto de la nación, -dicen-, requiere, para sacudirse de encima una vergonzante sensación de que el poder absoluto de Papandreu está absolutamente corrompido, y con él el conjunto de la nación.

Koskotas

El cabreo sordo que una parte sustancial de los 10 millones de griegos lleva a cuestas estos días, está directamente relacionado con las fechorías de George Koskotas, un banquero de 35 años actualmente encarcelado en Massachussets, que dice haber entregado 230 millones de dólares (27.000 millones de pesetas), a varios responsables del Pasok, para promover actividades políticas o, simplemente, para sus propios bolsillos. Semejante chorro de dinero salió del Banco de Creta, del que Koskotas era
propietario, mediante un procedimiento que consistía en remunerar con pocos intereses los cuantiosos fondos públicos desviados hacia la institución por mandatarios del Pasok. La diferencia entre dichos intereses, y los reales que el banco pagaba por ese dinero, (esos 230 millones de dólares), terminaba en manos de los dirigentes del país, Papandreu incluído.

Naturalmente, el primer ministro niega las imputaciones, y su camarilla acusa a Koskotas de haber destapado el escándalo con el único propósito de escapar a la demanda de extradición, cursada contra él desde Atenas a las autoridades norteamericanas.

Esté Papandreu directamente implicado o no en el fraude, lo cierto es que el sucio affaire ha llevado a prisión a una decena larga de estrechos colaboradores del líder del Pasok, entre los que se encuentran su ex-delfín, Agamenon
Koustogiorgias, su amigo personal George Louvaris, el ex-ministro de Orden Público George Petsos, (quien, además, escapó por los pelos a un atentado el 8 de mayo que reivindicó un grupo terrorista de extracción nunca del todo aclarada, el "17 de Noviembre"), y una larga lista de personajes públicos de rango variado.

Además, las acusaciones de cohecho se han generalizado entre sectores de la Administración y de las fuerzas armadas, por la percepción de sustanciosas comisiones con motivo de la compra de aviones de combate, o de buques de guerra.

Mikis Theodorakis, el célebre compositor comunista que encarnaba a la izquierda griega durante la resistencia contra la Dictadura de los Coroneles, (1967-1974), ha clamado contra Papandreu, a
cuyo Gobierno imputa unas asignaciones para Cultura en los Presupuestos Generales del Estado inferiores, aún, a los que en su día consignaba Karamanlis. "Los gastos de la Administración y del Ejército se llevan el 70% del Presupuesto. Olimpic Airways emplea a 16.000 personas, cuando 4.000 bastarían (...). Hay que
acabar con este Estado hidrocefálico".

Y, ni corto ni perezoso, el comunista Theodorakis se ha lanzado a prologar la biografía del democristiano Mitsotakis, aclarando, además, que "la Europa del gran mercado interior viene hacia nosotros. En Nueva Democracia los medios financieros son los dominantes, pero eso es sano. ¿Qué más normal que el afán de
beneficio de un capitalista?. Si la derecha llega al poder, sufriremos luchas sociales muy duras, y yo estaré del lado de los trabajadores. Puede parecer un 'mea culpa' pero yo querría que Grecia estuviera dotada de las mismas reglas de juego que Francia o Inglaterra. Para llegar ahí hay que comenzar luchando contra
los fantasmas del pasado".

El peso del pasado

Los fantasmas a los que alude Theodorakis son, básicamente, la guerra civil que sacudió Grecia entre 1946 y 1949, y la Dictadura de los Coroneles. De ambas dos, la ciudadanía extrajo un temor difuso, pero consistente, hacia la derecha recalcitrante y montaraz.

Es esa animadversión a la derecha, que Papandreu conoce bien, la que el Pasok ha instrumentalizado durante la campaña electoral. "Nuestro enemigo es la derecha", clamaba hace días en Salónica y anteayer en la plaza ateniense Syntagma Papandreu, y decenas de miles de personas le daban la razón a gritos.

Mitsotakis, 68 años, no quiere saber nada de ese pasado, que además ideológicamente no le es imputable. Sus mítines han ofrecido simultáneamente a la ciudadanía reconciliación, unidad y lucha implacable contra la corrupción.

Kyrkos, en fin, al frente de una frágil coalición de eurocomunistas y ortodoxos, enfrentados desde 1968 y ahora unidos en lo que podría entenderse como una interpretación de lo que sea la razón de Estado, quiere una limpieza a fondo del país, empezando por Papandreu, con él se niega a pactar nada.

Los sondeos arrojan, por primera vez en 8 años, una mayoría de 10 puntos por encima del Pasok a la Nueva Democracia de Mitsotakis, pero la clave de las elecciones la tiene el 20% de indecisos, de los que el democristiano tiene que extraer la mayoría absoluta en el Parlamento, (un 48% de los votos aproximadamente), para poder gobernar en solitario.

Mitsosakis ha llegado a decir que si no obtiene la mayoría absoluta disolverá la Cámara antes de un año, a fin de encarar otra votación que le confiera definitivamente la autonomía en el Ejecutivo.

Hay una impresión bastante generalizada de que ocho años de gobierno del Pasok han esparcido por entramado social griego un sentimiento de despreocupación, de desapego, que encuentra reflejos en un sector público caótico, en escándalos como el de Koskotas, o en la economía negra, que se supone representa algo así como el 30% del Producto Nacional Bruto.

Parece como si la democracia griega no tuviera reglas, como si no estuviera vertebrada, y los griegos, que inventaron este sistema político hace ya 2.500 años, no se fían de él, al punto de que durante los periodos electorales se procede a la sustitución de los ministros de Interior, Policía, Justicia e Información por personas de absoluta confianza de la ciudadanía.

Cuando las estructuras políticas no son sólidas, como aquí, la argamasa que cohesiona a las gentes en torno a un proyecto la da la personalidad de un líder. Papandreu lo es, pero a sus 70 años se ha convertido en un extravagante lascivo, como lo fue la mayor parte de las deidades en la mitología griega, de las que, por mor
de su temperamento y por la idiosincrasia de este país, Andreas forma parte hace ya tiempo.

A Mitsotakis le han descubierto también una amante
MIMI, LA MUSA DEL SEPTUAGENARIO

ATENAS. Dimitra Liani, Mimi, 35 años, es como la ensoñación de una tertulia de rijosos con vinazo: grande grandísima, aparente en todo, espectacular. La antítesis, en fin, de esas modelos andróginas de Chanel.

Pero también es simpática, y afectuosa, y bastante inteligente, como el pueblo griego pudo apreciar a través de una emisión de radio, durante la cual la chica dijo no querer para la querida de Mitsotakis lo que ella se ha visto obligada a soportar. "Lo que yo he sufrido no se lo deseo a nadie".

Papandreu está loco por ella. La conoció, paradójicamente, por mediación de su segunda mujer, Margaret, con la que se casó durante su exilio en EE.UU, y que le ha dado dos hijos. El divorcio del matrimonio con Margaret se consumó la pasada semana, en un tiempo récord, propio de los tiempos electorales que
corren.

Los griegos han venido transigiendo, bien que mal, con los esporádicos ardores amorosos del líder del Pasok. El caso de Mimi, sin embargo, ha provocado gran desagrado en la opinión pública, porque consta que Papandreu ha desatendido sus obligaciones de gobernante para holgar con la moza: cuando en
septiembre de 1987 Kalamata conmemoraba las víctimas del terremoto, Papandreu no acudió al duelo alegando razones de trabajo, pero en realidad estaba de crucero con Mimí, como unas fotos indiscretas demostraron después.

Además, en la opinión pública ha sentado mal que Andreas Papandreu paseara públicamente a Mimí en circunstancias de representación de Estado, cuando todavía no se había divorciado de Margaret. Sucedió así en la cumbre de Jefes de Estado o de Gobierno de la CEE celebrada el pasado diciembre en Rodas, y se ha repetido durante una reciente reunión de dos días con Todor Zhivkov, el líder búlgaro.

Si Mimí llega a convertirse en primera dama de Grecia, (la boda, según se confirmaba el jueves tendrá lugar después de las elecciones), habrá pagado por ello humillaciones extraordinarias. La chica no parece haber tenido grandes prevenciones en el pasado para con esto de las fotos, (se ve que no aspiraba a ocupar una
posición significada en la sociedad), y sus espectaculares formas han aparecido sistemáticamente reproducidas en los medios de comunicación locales, en una operación obviamente alentada por los opositores a Papandreu.

La perla de toda la maniobra de descrédito la constituye una foto de Mimí recostada en una tumbona y cubierta con una sabana, sujetando con la palma de la mano izquierda las gónadas de un joven, vestido con un escueto traje de baño. La imagen ha sido utilizada para dar portada a un libro que se distribuye
normalmente en la ciudad, -aunque no en las librerías chic, que lo repudian-, títulado "Mimí sostiene el cambio".

La palabra "Cambio" fue el eslogan básico que llevó a Papandreu al poder en 1981.

La campaña ha observado también la aparición de un segundo libro, también demoledor para el prestigio de Papandreu. Titulado "Los diarios secretos de Kastri", (el nombre de la anterior residencia del primer ministro, antes de que se refugiara con Mimí en un elegante barrio de Atenas), y obra de Vassilis Kerasmas, que fuera jefe de su servicio de seguridad personal, el libro narra detalles de la vida privada de Papandreu, incluídos sus contactos con el traficante de armas Adnan Khashoggi.

La oposición también cojea

No son sólo las miserias de Papandreu las que están tendidas a secar en la plaza pública: a su directo opositor, Constantino Mitsotakis, la prensa le ha descubierto una amante en plena campaña electoral. De ella sólo se sabe que se llama Katrina, y que es de Salónica. El diario pro-gubernamental Avriani afirma
disponer de 48 cintas grabadas, en las que se recogen conversaciones de Mitsotakis con su amante, que además está casada, y de fotografías "fuertes" que el periódico se niega a publicar, por considerarlas "pornográficas".

La situación está tan deteriorada que el mismísimo Karamanlis ha roto su silencio de años, para clamar por un atemperamiento de la polémicas.

LAS ELECCIONES, EL MEJOR ESPECTACULO DEL AÑO

ATENAS. Los atenienses viven la Democracia con el fervor de una final de fútbol. Garantizada la presencia en las urnas por la obligatoriedad del voto, la expresión de los sentimientos individuales se formaliza en la calle con una parafernalia de banderas, cohetes, antorchas, gorras, estandartes, bocinas y pancartas más propia de un derby que de unas elecciones como las que el país encara hoy, de las que deberá salir un nuevo Parlamento, además de, -y eso es algo completamente circunstancial en esta ocasión-, una representación ante el  Parlamento Europeo.

El ágora en el que la democracia de la calle vive los prolegómenos de estas ocasiones es una plaza cuadrada, la Syntagma, situada frente al Parlamento local, cerca de la Puerta de Adriano, a tiro de piedra del gran Templo de Zeus, en pleno centro urbano.

Estos días pasados, Syntagma ha sido el punto de concentración de millares y millares de seguidores de Kyrkos, Mitsotakys y Papandreu, en manifestaciones y mítines sucesivos que han paralizado una ciudad como ésta, en la que para agilizar el tráfico ha sido necesario prohibir la circulación en días pares a
los vehículos nones y viceversa.

Pero nada de eso importa a los ríos humanos que, con aire de fiesta, y en medio de un ruido infernal de bocinas, descienden por la calle Sofías hacia Syntagma, para jalear allí a sus líderes.

La verdad es que casi no los ven, porque la plaza está cuesta abajo, y en su interior hay árboles. Por ello, la tribuna del orador tiene que levantarse una docena larga de metros sobre el suelo, adosada a la fachada de un edificio ordinario de viviendas.

El acceso a la plaza es una auténtica romería. El trayecto está jalonado por puestos de venta, alimentados por grupos electrógenos individuales, en lo que lo mismo se ofrecen al romero frutos secos que las últimas fotos de Mimí, todo ello bajo la abrumadora iluminación de decenas de focos de 5.000 watios que, dispuestos sobre torres de mecanotubo, contribuyen a incrementar aún más la impresión de circo que todo el festejo arrastra consigo.

Cuando el líder, ya sea Kyrkos, Mitsotakys o Papandreu, aparece en escena, el cielo se ennegrece por el humo de los cohetes y las bengalas que sus seguidores echan simultáneamente al cielo.

Al término del mitin, el suelo queda tapizado por la propaganda desechada: decenas de miles de folletos realizados en papel satinado con fotos en color, banderines de plástico, bombas de gas para accionar bocinas...

Los adornos con los que la fiestas electorales se visten en este país son los propios de unas presidenciales americanas, pero la comparación se detiene ahí, en la mera epidermis. Y si no, que se lo pregunten a Hart o a Towers.

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